La libertad de elegir
La capacidad de elección es innata al ser humano. Desde que somos niños elegimos. Nos gustan unos dibujos y otros no, optamos por manualidades o música, ciencias o letras, baloncesto o fútbol. Luego crecemos y elegimos qué queremos ser en la vida, nuestra profesión, nuestra pareja, playa o montaña para descansar. Lo que acabo de exponer es una reducción al límite de las posibilidades que nos presenta la vida, pero que evidencia que las elecciones están presentes en nuestro día a día. Y me lleva a plantear una pregunta: Si elegimos en los momentos más cotidianos de nuestra existencia, ¿cómo no vamos a elegir el colegio para nuestros hijos?.
La pregunta es tan sencilla que la respuesta, dirán ustedes, es obvia. Como padres tenemos derecho a escoger el modelo educativo que más se adapte a nuestros valores y necesidades. Unas familias eligen colegios públicos (por cierto, la opción más demandada en la Comunitat Valenciana) y es perfecto. Otras eligen privados. Perfecto también. Y hay quienes eligen concertados. ¿Perfecto? Por supuesto. ¿Para todos? No, para todos no. A la izquierda le parece muy mal que usted o yo podamos optar por este tipo de centros y quieren poner fin a un modelo que se ha demostrado efectivo, que es la segunda opción más demandada en la Comunitat y que actualmente cuenta con más de 228.000 alumnos y da trabajo a 14.355 docentes.
La oferta de plazas en la educación pública en la Comunitat Valenciana está absolutamente garantizada. Quien diga lo contrario miente. El 67,4% de los alumnos de la Comunitat estudia en alguno de los 1.696 centros públicos. Una amplia mayoría si tenemos en cuenta que concertados solo hay 427.
No obstante, la demanda por parte de las familias de una plaza concertada va en aumento y en el caso de Valencia ciudad alrededor del 10% de la demanda no puede ser atendida.
Se presenta entonces el dilema de si la Administración debe seguir apostando por los conciertos y en mi opinión no hay duda de cuál es la respuesta: sí. Sí porque los padres lo demandan, sí porque la oferta públicas sigue siendo mayoritaria, suficiente y garantizada, sí porque las plazas concertadas son más baratas que las públicas, sí porque estamos ante un modelo que funciona en todos los países de nuestro entorno y que se recoge en la Constitución Española.
La educación concertada no solo no hace daño a nadie, sino que es necesaria. El ataque de la izquierda valenciana es una falta de respeto a padres, docentes y alumnos.
Esa izquierda rancia que saca a pasear un día sí y otro también la bandera republicana, que habla de expropiaciones de colegios y que jura sus cargos por imperativo legal al renegar de la Constitución es la que se cree con derecho a decirnos a qué centro debemos llevar a nuestros hijos.
Pues no. Por ahí no pasamos. Libertad es antónimo de la imposición. Es un derecho fundamental en la Democracia y afortunadamente en España, y en la Comunitat Valenciana, se vive en Democracia.