Jaume I, ejemplo de convivencia
A finales de septiembre, Jaime I firmaba la rendición de las tropas musulmanas que dominaban Valencia, y el 9 de octubre de 1238 entraba en la ciudad sin necesidad de luchar. Fue una más de sus conquistas sin derramamiento de sangre y fue una muestra de que la palabra puede conseguir mejores resultados que el enfrentamiento, si se sabe escuchar y hablar, es decir, si se sabe dialogar.
La entrada de los cristianos en Valencia conllevó alguna queja incluso entre un sector de los conquistadores, que aspiraban a saquear la ciudad, norma habitual en las Cruzadas y en la Reconquista como forma de pagar el trabajo de las tropas, formadas sobre todo por nobles y su séquito, todos ellos habituados a “cobrar en especias”.
Para Jaime “El Conquistador” era importante evitar la sangre.
Tras la conquista de Mallorca a base de duras batallas (1229-1232), Jaume apostó por la táctica del asedio y la negociación. En el Reino de Valencia, fue tomando los castillos clave sin apenas lucha; así pasaron a su dominio Peñíscola, Almenara, Bétera, Paterna, Museros, Silla y la propia Balansiya, nombre con el que los musulmanes llamaban a la capital.
Pero no sólo evitó la violencia en la conquista, también respetó las diferencias entre musulmanes y cristianos: se les permitió marchar a los que lo deseaban, se permitió la existencia de un barrio donde vivir los que se quedaron, se admitió la existencia del culto religioso propio, se incorporaron a los trabajos e incluso destacaron en arquitectura y en ciencias… compartiendo la ciudad con otros colectivos, como los judíos, expertos mercaderes.
En definitiva, tras la conquista, Jaume I apostó por la convivencia.
Y, finalmente, favoreció la autonomía, la independencia de la Corona de Aragón, con la creación de los Fueros del Reino de Valencia en 1261, una serie de normas para vivir y convivir que debían respetar no sólo los valencianos, sino también los inmigrantes e incluso los propios reyes que visitaban la ciudad, en una ceremonia que tradicionalmente se celebraba junto a las puertas de Serranos o Quart, según fuera una u otra utilizada por el visitante para atravesar la muralla que rodeaba la ciudad.
Hoy, todo esto nos puede sonar extraño, difícil de creer o, sencillamente, muy avanzado para la época actual y no digamos hace más de siete siglos.
Y sin embargo es un camino que no debemos olvidar. La Historia nos enseña muchas veces el camino, sólo tenemos que saber leer y aprender de lo que otros nos enseñaron antes.
Hoy, en una fecha tan especial como el 9 de octubre, os invito a recordar, reflexionar y aprender del pasado para construir juntos el futuro.
Un futuro dominado por el diálogo y la sana convivencia.
