El futuro es de las energías renovables, o por desgracia no existirá
El desprecio a los riesgos ambientales y sobre la salud y seguridad de las personas resultan más patentes si cabe cuando se abordan proyectos que se consideran de interés estratégico para un Gobierno o un determinado grupo de presión, incrementando exponencialmente sus beneficios económicos y favoreciendo los proyectos particulares de los lobbies del sector energético.
Hoy en día se viven con gran preocupación tres proyectos de los cuales al menos dos nos tocan muy de cerca, los terremotos del proyecto Castor en provincias de Tarragona y Castellón pone en evidencia que las modificaciones en el subsuelo al fragmentar una roca “fractura hidráulica” conlleva efectos sísmicos que se desconocen por la geología moderna, además la relación causa-efecto del devastador terremoto producido en Lorca asociado a la sobreexplotación de los acuíferos debería alertarnos sobre el incremento de probabilidades de sufrir accidentes sísmicos, de los cuales la mayoría de nuestras viviendas desgraciadamente no están preparadas.
Otro es el de las prospecciones petrolíferas en Canarias y el Mediterráneo con trabajos de prospección realizados cerca del Cabo de San Antonio y debido a las sanciones irrisorias a las compañías como Repsol multada con 30.000 euros por su vertido de 6.000 toneladas de nafta que afectó a acuíferos y aguas subterráneas asociadas, lo que supone un 0,3% de sus beneficios netos diarios. Y por último la creación de almacenes temporales “cementerios” de residuos nucleares.
Curiosamente todos vinculados al sector de energías no sostenibles, y que están abocadas todas ellas al fracaso pues la rentabilidad energética entendida como la relación obtenida del entorno y la energía invertida durante todo el proceso se encontraba a principios de 1.930 en 100:1, hoy en día se sitúa en el 20:1, más cerca de las sociedades de cazadores-recolectores cuya rentabilidad energética era de 10:1, sin embargo desde el Gobierno y Administraciones se apuesta hacia ellas desenmascarando las posiciones ideológicas favoreciendo a los lobbies del sector energético y perjudicando gravemente a las/os ciudadanas/os y al desarrollo evolutivo de nuestra sociedad.
No olvidemos que el valor de una compañía petrolífera es su valor en bolsa, y que la tónica general de las empresas es sumar sus fuentes o yacimientos convencionales de obtención de energía a sus fuentes no convencionales, obteniendo así una cantidad irreal de reservas de hidrocarburos (gas y petróleo). La tormenta para el estallido de la “burbuja energética” se está organizando y sabiendo que las medidas a adoptar por los Gobiernos serán las mismas que en la burbuja inmobiliaria, los lobbies del sector entre los que destacan hasta Presidentes, democráticamente elegidos para engañar a sus electores, se están frotando las manos con la más que probable inyección de dinero público en sus negocios privados.
En realidad, el único camino a seguir es el de la soberanía energética y la única manera de alcanzarla es mediante una apuesta clara y sin reparos hacia el derecho de los pueblos a decidir sobre los recursos de sus territorios y sus necesidades, independientemente de los poderes económicos y políticos. El cenit del petróleo y el cambio climático debería alertarnos hacía un cambio urgente de modelo energético al uso de las energías renovables.