La Fábrica de Oxígeno. Patrimonio Industrial
El pasado 4 de febrero se cumplían 30 años de la orden de cierre de la cabecera de la siderúrgica integral de Altos Hornos del Mediterráneo en Puerto Sagunto, efemérides esta que lejos de celebraciones, cabe recordar con dolor y amargura, pero también con orgullo por la lucha mantenida por todo un pueblo en defensa de la siderúrgica y una forma de vida que había forjado la idiosincrasia porteña. Y cabe recordar esta auténtica infamia histórica, cometida por un gobierno que lleva en sus siglas la O de “obrero” (había nacido de la ilusión de muchos que esperaban un futuro mejor) porque la nuevas generaciones, en su mayoría, desconocen uno de los episodios más tristes de nuestra joven democracia.
Pasados los años la única instalación de aquella cabecera que permanece en marcha, también echa el cierre. Pero afortunadamente, lo hace para trasladarse en una nueva ubicación más amplia y alejada del casco urbano, gracias entre otras cosas a la buena gestión que como responsable de Urbanismo hizo en su día Manuel González.
El desmantelamiento de Altos Hornos supuso un auténtico expolio, y como no, un buen negocio para algunos, que cual buitres en carroña, supieron aprovechar todo lo aprovechable (que era mucho) de las instalaciones siderúrgicas. Y sobre todo supuso la destrucción de una gran parte de lo que hoy llamamos Patrimonio Industrial, dinamitada hasta la última chimenea y achatarrando hasta partes importantes del “endultado” Horno Alto nº2; casi nada se salvó.
Tras la formidable movilización ciudadana en defensa de la factoría que impidió que la desastrosa (el sector siderúrgico español hoy día es apenas una sombra de lo que era en los 80) y mal llamada reconversión fuera mucho más traumática de lo que pudo ser, aquí hubo un sálvese quien pueda, y muy pocos, casi nadie, pensó en salvaguardar parte del legado industrial para que sirviera de memoria histórica a las generaciones futuras. También hubo un decidido interés de los poderes políticos en hacer olvidar a todo un colectivo ciudadano sus raíces industriales y su historia, en un intento tan baldío como estéril de saguntinizar a los porteños y borrar sus señas de identidad. Fruto de ello, hoy día muchos jóvenes porteños desconocen los orígenes de El Puerto, como ciudad nacida al calor del desarrollo de las empresas minero-siderúrgicas y navieras de Ramón de la Sota, a comienzos del siglo XX.
Esta pequeña fábrica de oxígeno alimentó en su día instalaciones siderúrgicas como los hornos altos, hornos de acero, laminación, talleres, etc. y al cesar la actividad productora de acero, fue vendida a una empresa que la renovó y siguió adelante con su producción, y con ella el singular sonido que, a los que nos hemos criado en las proximidades de Fábrica difícilmente se nos puede olvidar.
Bien seguro todavía alberga en su solar piezas, maquinaria y/o instalaciones dignas de salvaguardarse para nuestro Patrimonio Industrial. Incluso no sería descabellado transformar este espacio industrial en otro dedicado al ocio “industrial” (restauración, alojamiento, eventos, spa, etc.) conservando sus elementos más singulares, como la torre o los depósitos (en Alemania alguno se ha reconvertido en “piscina” para prácticas de buceo). En definitiva, una fuente de atracción turística, trabajo e ingresos para la población.
Creo que se presenta una gran oportunidad para ampliar y mejorar nuestro Patrimonio, oportunidad que debe liderar la Fundación del Patrimonio Industrial, que necesariamente ha de contar con el apoyo de la empresa propietaria, Oxígeno de Sagunto, S.L., y como no, de las instituciones públicas encabezadas por el Ayuntamiento. Una nueva y apasionante línea de trabajo para la Delegada de Patrimonio Industrial… porque carente de ideas, habrá que darle pistas para que piense sobre el Patrimonio Industrial Porteño.