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Por Yolanda Seva Ruiz. Diputada del PSOE por la provincia de Alicante
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Encuentros en la tercera fase

    Hace ya siete semanas, para algunos/as de nosotros/as algo más.

    Siete semanas desde que se decretó en España, el Estado de Alarma, algo impensable para muchos/as de nosotros/as pero que era tan real, que no podíamos dar crédito.

    Al día siguiente la locura se extendió en los supermercados, a pesar de que se había insistido en que no iba a haber problemas de desabastecimiento. Nos echamos a la calle en busca del bien más preciado, el papel higiénico. Se formaron largas colas, se nos llamó la atención y pasado el primer impacto volvimos a la serenidad, saliendo solo para lo imprescindible y cumpliendo con los que las autoridades sanitarias comunicaban en cada momento.

    Eso sí, luego fuimos como locos en busca de cantidades industriales de productos de limpieza, lo que hace que tengamos nuestras casas como los chorros del oro; y más tarde por harina y levadura, que nos mantiene más que confinados, “confitados”. Todo eso pasó y sin el miedo en nuestro cuerpo por padecer necesidades recuperamos nuestra normalidad en lo que a compras se refiere.

    Todo se paralizó al ritmo de nuestras vidas, la economía, la actividad social, la cultura, el ocio, las relaciones familiares, los abrazos y los besos.

    Aprendimos a escucharnos con la vista gracias a las nuevas tecnologías y a abrazarnos en la distancia con todo nuestro corazón. ¿Qué hubiese sido de nosotros en la década de los 70? Supongo que nos hubiésemos carteado o hubiésemos estado pegados al teléfono fijo horas y horas.

    Hoy la era digital ha hecho posible que las relaciones personales, aunque en la distancia, hayan sido habituales y nos hayamos enfrentado a la soledad en algo más de compañía.

    La crisis sanitaria, el confinamiento, la obligación de quedarnos en casa para proteger nuestras vidas y las de los demás, no ha llevado a la mayor crisis económica que este país pudiese haber imaginado. Cualquier sector que nos venga a la cabeza se ha visto afectado y ante esta situación terrible, el Gobierno de España reacciona y pone en marcha ayudas que de igual manera nunca hubiésemos imaginado. Nadie antes se lo hubiese planteado. De hecho, en otras situaciones de crisis nadie se lo planteó.

    Ayudas a autónomos, a PYMES, a trabajadores, ERTES, avales, préstamos ICO, ayudas a la alimentación, para el gasto en suministros esenciales, becas para escolares, tablets para evitar la brecha digital, protección a la violencia infantil y a la violencia de género, alquiler, moratorias de hipotecas, transferencias a las CCAA, coordinación entre administraciones, controles de movilidad, entrega de material sanitario (a pesar de las dificultades) , compras de test (con mayor o menor acierto )… Quizás no parezca suficiente, pero sí ha sido imprescindible.

    Ponerse en marcha durante una crisis global donde todos los países vecinos están poniéndose también en marcha, impide la agilidad y rapidez que se solicitaba en el primer momento, pero facilita ver la realidad que padecíamos y que hemos podido solventar. La protección de lo público es el pilar fundamental para la protección de la ciudadanía y si esto es una latente realidad, algunos/as deberían dejar de hacer políticas de privatización y volcarse en la unión, la coordinación, la gestión pública y social.

    Lo que importa es la vida de cada uno/a de nosotros/as, porque, aunque estamos ganando la batalla, ha sido a un coste muy elevado, que nunca podremos olvidar.

    Siete semanas después comenzamos la desescalada, comenzamos a ver la luz al final de este largo túnel, que nos ha hecho mejores en muchos casos y que en otros nos ha dejado ver la cara oculta de la deslealtad.

    Hace unos días, con resultados más positivos, doblegando la curva, los/as más pequeños/as pudieron pisar las calles de nuevo. Ellos y ellas, que se han mantenido firmes en casa y de los que debemos aprender tanto, recuperaron un momento de sol y aire de cada uno de sus pueblos y ciudades, y aunque algunos/as no comprendieron lo que significaba y se pasaron de la raya, supimos que todos/as no somos tan irresponsables y volvimos a superar nuestros errores y aprendimos. Normalizamos la situación y cumplimos las medidas que nos indicaban, porque la cuestión no era que se aprovechase el respiro de los más pequeños/as para salir desbocados, era disfrutar viendo la cara de nuestros/as hijos/as respirando de nuevo libertad. De los errores se aprende, ¿no?

    Y seguimos en la desescalada. Mejores resultados y un pasito más hacia la nueva normalidad, porque nuestras vidas ya nunca serán las mismas. Los deportistas, los mayores de 14 años, nuestros mayores, comenzarán a salir de casa, en franjas horarias distintas y por tiempo limitado. Recuperaremos otro trocito de nuestra vida, pero sin olvidar que seguimos en Estado de Alarma y que hay unas reglas estrictas que cumplir, si no queremos volver atrás.

    Es la FASE 0, la fase de preparación. Abrirán establecimientos con cita previa y atención individualizada. Los restaurantes llevarán comida a domicilio y con pedido los clientes podrán recogerla. Los deportistas federados empezarán a realizar entrenamientos individuales y los pequeños comercios empezarán a prepararse para la siguiente fase; eso sí, si todo va bien. Menos contagios, descenso de la curva.

    Y felices y contentos, porque esto depende solo de nosotros, pasaremos a la FASE 1. Ya lo dábamos todo por perdido, nos hundíamos, pero solo nosotros debemos ser capaces de continuar para crear el futuro cierto.

    Comenzará a abrir el pequeño comercio, con aforo limitado y condiciones seguras. En el transporte público será obligatoria la mascarilla y los guantes. Las terrazas llenarán nuestras calles y plazas, al 30% de aforo y los hoteles podrán abrir sus puertas para alojamiento, limitando las zonas comunes. La actividad pesquera y agrícola comienza de nuevo. Los lugares de culto reanudarán su actividad con un 1/3 de su aforo y los centros de alto rendimiento deportivo lo harán con limitaciones y por turnos.

    Y parece que no, pero caminamos juntos para reconstruirnos. Nos esforzamos, quisiéramos que todo hubiese pasado, pero la paciencia deber ser una virtud, porque volver atrás sería una derrota.

    Como no nos podemos permitir bajar la guardia, lo hacemos tan bien, que pasamos a la FASE 2, en la que casi ni pensábamos estar. Los restaurantes ya podrán abrir sus salones interiores con el aforo limitado. Recuperaremos actividades de caza y pesca deportiva y cines, teatros y museos nos devolverán su arte con 1/3 de su aforo. Comenzaremos a disfrutar de actos culturales al aire libre con menos de 400 personas y en recintos cerrados con menos de 50. No podremos volver al cole hasta septiembre.

    Quizás no lo han pensado, pero hace nada teníamos los movimientos totalmente limitados y ya casi en la FASE 3, recuperamos lo impensable, lo perdido, lo personal…

    Comienza la tercera fase en la que se flexibiliza la movilidad general, donde los grandes centros comerciales realizan su apertura al 50% y donde deben continuar las medidas de distanciamiento social.

    Nos encontramos de nuevo, nos saludaremos levantando la mano, nos sonreiremos con los ojos y nos abrazaremos con el corazón, pero estaremos aquí, otra vez, luchando juntos.

    Todo será posible con el esfuerzo de todos/as y cada uno/a de nosotros/as, con responsabilidad, sin reproches, son sentido común. Pasaremos por muchos momentos de subir y bajar, pero solo depende de nosotros/as mismos/as que cada momento sea inamovible y que nada nos pare.

    El virus sigue ahí afuera y debemos protegernos y proteger a los demás, solo de eso depende nuestra victoria. Hagamos ese esfuerzo. Ya hemos hecho tanto, que continuar caminando será lo menos complicado.

    Nos encontramos en la tercera fase.

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