El dinero por encima de los derechos humanos
El Mundial de Qatar está siendo uno de los eventos deportivos más polémicos de la última década. Hemos oído a mucha gente decir cosas como “deportivamente, el mundial de Qatar es brutal”, cuando casi todos y todas sabemos qué tipo de país es en cuánto a Derechos Humanos.
El deporte no es solo practicar una actividad física o una modalidad deportiva, es mucho más. Es promover valores como la integración, la superación personal, la salud, la lucha contra la homofobia, el racismo y el machismo, entre otros.
El movimiento LGTBI lleva años luchando para que cualquier deportista, especialmente futbolista, pueda amar a quien quiera sin tener que esconderse por ello ni preocuparse por su carrera. Casualmente, en 2022 se autoriza un mundial en un país hundido en pensamientos retrógrados, anticuados y homófobos, con una libertad de expresión limitada, por no decir inexistente, para las mujeres y la comunidad LGTBI. Un país donde puedes pasar el resto de tu vida en la cárcel o, mucho peor, perder tu vida por vivir según eres y ejercer tus derechos y libertades.
Pero, ¿cómo vamos a luchar por la defensa de los derechos humanos y la libertad si celebramos el mayor evento deportivo de fútbol en un país que condena el ser homosexual con pena de muerte? Sin hablar de que la organización cifra entre 400 y 500 personas fallecidas durante la construcción de las infraestructuras, mientras que otros aseguran que han fallecido más de 6.500.
Solamente ellos saben si esta cifra es real o no, pero todas esas personas que han trabajado para llevar a cabo el mundial en este país, lo han hecho bajo condiciones infrahumanas, coaccionados, amenazados y explotados.
¿Vamos a seguir obviando todo esto?
Lo que nos han demostrado los mandos es que entre el dinero y los Derechos Humanos, la mejor opción para ellos es lo primero.