El cuidado de los enfermos
El día 11 de febrero, fiesta de la Virgen de Lourdes, celebramos la Jornada Mundial del Enfermo, bajo el lema “No conviene que el hombre esté solo”. Y en España comenzamos la Campaña del Enfermo 2024, que terminará el día 5 de mayo con la Pascua del Enfermo.
La Jornada es un día para renovar el compromiso de toda la comunidad cristiana hacia los enfermos, llamada este año a cuidar de ellos en su soledad. “Cuidar al enfermo –escribe el papa Francisco en su mensaje-- significa, ante todo, cuidar sus relaciones, todas sus relaciones; con Dios, con los demás -familiares, amigos, personal sanitario-, con la creación y consigo mismo”. En efecto; todos hemos venido a este mundo porque alguien nos ha acogido; creados por amor y para el amor, estamos llamados a la comunión con Dios y a la fraternidad con los hermanos. Esta dimensión relacional de nuestra condición humana nos sostiene de manera particular en tiempos de enfermedad; es la primera terapia que debemos adoptar ante la soledad de los enfermos.
La Campaña, por su parte, quiere promover la reflexión sobre el aumento de las personas que padecen sufrimiento psicológico y emocional. Es una tema particularmente urgente; España encabeza la lista de países que más ansiolíticos consumen. Muchas personas sufren ansiedad, depresión, trastornos del sueño y de adaptación, trastornos de personalidad y psicosis afectiva. En los mayores encontramos enfermos de Alzheimer o con demencia senil. También muchos niños, adolescentes y jóvenes sufren problemas de soledad, de aprendizaje de anorexia y la bulimia. Son todo un mundo de sufrimiento para los enfermos y, especialmente, para los que los cuidan con gran paciencia y sufrimiento. La Campaña nos quiere ayudar a tomar conciencia de del sufrimiento de estas personas y nos llama a acompañarlas y darles esperanza en la tristeza o la ansiedad. Estamos llamados a anunciar con el profeta Jeremías: “Convertiré su tristeza en gozo, los alegraré y aliviaré sus penas” (Jer 31, 13)
Cuidar a los enfermos en la soledad y dar esperanza en la tristeza a los que sufren psicológica y emocionalmente es posible. La imagen del Buen Samaritano (cf. Lc 10, 25-37) es un referente permanente y siempre actual para toda la Iglesia y, de forma especial, en el campo de la salud, de la enfermedad y del sufrimiento. En esta parábola, Jesús manifiesta con sus gestos y palabras el amor compasivo de Dios por cada ser humano, en especial por los enfermos y los que sufren. Al final de la parábola, Jesús concluye con un mandato apremiante: “Anda, y haz tú lo mismo”. Cuidemos con empatía y ternura a quienes están heridos en el cuerpo y en el espíritu.