Un Consell para las personas
“Vamos a recuperar la Generalitat para las personas”. Ese fue uno de los mensajes principales en la pasada campaña electoral de quienes trabajábamos por el cambio en la Comunidad Valenciana.
Los lemas, los eslóganes, los mensajes que lanzamos a la ciudadanía, si son buenos y sinceros, deben reunir en pocas palabras un flash de la situación actual y un propósito de futuro. Dónde estamos y hacia dónde queremos ir.
Ahora, cuando han pasado casi 50 días desde que los votos conseguidos por la izquierda ofrecieron la posibilidad de que ese mensaje se hiciera realidad, su contenido sigue vigente. Y por suerte, estamos siendo capaces de consensuar políticas y personas capaces de poner rumbo a esta nave de recuperación social y económica, y también, de dignificación de la labor política e institucional en lo que al ámbito autonómico se refiere. Hemos comenzado la recuperación.
Y ahí marcha nuestro nuevo gobierno autonómico, mano a mano, paso a paso, armando el armazón de lo que tiene que ser un Consell para las personas. Con gente válida, con capacidad de esfuerzo, con empatía y, sobre todo, algo muy importante: conscientes de la alta responsabilidad que adquieren al aceptar formar parte de este equipo.
Una responsabilidad que va a tener que estar a la misma altura que la magnitud de la situación actual y del objetivo marcado. Ya lo desgranó Ximo Puig en su intervención de investidura como presidente de la Generalitat: “estamos inmersos en la crisis política, económica y social más grande de toda la democracia”, prosiguiendo más adelante con el ambicioso propósito signado en el Acuerdo del Botánico “un acuerdo para progresar juntos, sin dejar nadie atrás, porque no vale el crecimiento a cualquier precio, porque no hay que esperar a crecer para redistribuir. Hay que crecer redistribuyendo”.
Esto último, no son sólo las palabras de un presidente pronunciadas en un momento de elevación personal o ante la importancia del evento en cuestión. Decir estas palabras en una tierra como la valenciana, tan golpeada por la insensatez, por la corrupción, el paro, el desamparo de los más necesitados, o los aires de grandeza y la falta de futuro, es asumir un reto épico para el que hace falta algo más que agallas. Va a hacer falta dedicación, diálogo y complicidad entre amplias capas de esta sociedad. El reto es grande, y poder abrazarlo debe ser un desafío compartido.
Estos días he podido hablar con muchas de las personas que han empezado a formar parte del nuevo gobierno de la Generalitat Valenciana. En sus ojos he visto ilusión y mucha responsabilidad. Son conscientes del momento crucial que vive esta tierra, y que comenzó a labrarse en las calles, en las concentraciones de las asociaciones por la dependencia y la discapacidad, en los calendarios de las madres que pedían transporte escolar para sus hijos.
Una etapa, que se nutre de las esperanzas de personas que perdieron su trabajo hace años y siguen sin encontrarlo, de los jóvenes que no pueden pagar las tasas universitarias o crear una familia. De los profesionales de la sanidad y la educación que han visto como se les reducían sus herramientas de trabajo.
También de los trabajadores de RTVV que pagaron los platos rotos de tantos años de despilfarro y manipulación. Una etapa que nace con cada una de las concentraciones de los familiares del accidente del metro, o de cada niño que va sin desayunar al colegio con una administración autonómica mirando hacia otro lado, mientras al mismo tiempo se eliminaba becas de comedor o de libros.
Esta es la magnitud del momento, y la magnitud del reto.
“Vamos a recuperar la Generalitat para las personas”. Recuperar el presente y el futuro de esta tierra es para lo que han sido nombrados los hombres y mujeres que forman el nuevo gobierno de la Generalitat Valenciana. Y van a contar con el apoyo, no sólo de quienes, como yo, formamos parte de las Cortes Valencianas, también del conjunto de una sociedad que quiere tener la oportunidad de construir una Comunidad Valenciana más próspera y social.
