Colabora con la Iglesia en sus necesidades
La Iglesia ha sido convocada por Jesús para ser enviada a evangelizar. “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16, 15). Son las últimas palabras de Jesús resucitado a los suyos, poco antes de volver al Padre. La buena Noticia está destinada a todos; nadie puede quedar excluido. Todos los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares son destinatarios de la alegría del Evangelio.
La tarea evangelizadora de la Iglesia corresponde a todos cuantos la formamos; es decir, a todos los bautizados, –laicos, religiosos, diáconos y sacerdotes-, a cada uno conforme a su vocación, carisma, estado y ministerio en la Iglesia, y a cada una de las comunidades cristianas. Todos somos corresponsables de la misión de nuestra Iglesia. Para ello es necesario sentirnos miembros de la Iglesia y amarla como propia, implicarse en su vida y en su misión poniendo a disposición nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestra ayuda económica. En la primera comunidad cristiana, que es punto de referencia para nosotros, los cristianos “perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones,… vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno” (Hech 2, 42-47).
Nuestra Iglesia, sin ser de este mundo, está en el mundo, por lo que necesita de personas y de medios materiales para su misión; entre otras muchas cosas, para la atención espiritual y humana de quien lo necesita, para el culto y el mantenimiento de templos, casas abadías y centros parroquiales, para las actividades pastorales con niños, jóvenes y adultos, para la atención caritativa y social de tantas personas o la remuneración de sacerdotes y seglares, así como para la atención de ancianos, enfermos, personas vulnerables o con discapacidad, la acogida de inmigrantes o para ayudar a los misioneros en los lugares más pobres de la tierra.
Desde hace años, la financiación de la Iglesia depende exclusivamente de los católicos y de todas aquellas personas que reconocen su labor y la apoyan. Ha comenzado el periodo de la Declaración de la Renta. Una forma sencilla de colaborar con la Iglesia es poner la X en la Declaración de la Renta, impresa o digital, en la casilla correspondiente a la Iglesia católica. Un 0,7% de los impuestos se dedicará a la Iglesia. Este sencillo gesto no le supone a nadie tener que pagar más ni que le vayan a devolver menos. No cuesta nada poner la X en la Declaración de la Renta y rinde mucho.
Nos hemos de preocupar personalmente de poner la X o de asegurarnos que se ponga. Además se puede marcar también la casilla llamada “Fines sociales”. Muchas gracias.