En cada paso, dignidad

Desde el Partido Popular se criticaba recientemente por qué el alcalde de Villena había recibido a quienes integraban la Marcha de la Dignidad. Aquí están algunas razones.

Le preguntaba a un conocido cómo había sido capaz de terminar de hacer el camino de Santiago. La respuesta es muy sencilla, me dijo “paso a paso”. Y así es, así se construye un largo recorrido, igual que gota a gota se llena un embalse. Es la suma de poco lo que hace mucho. De voluntades, de propósitos, de empeños… Y esa suma era la que colmaba las cuestionadas Marchas de la Dignidad: el compromiso colectivo de forzar una sociedad mejor, sin exclusión, sin marginación, con igualdad de oportunidades. Por eso se les invitó al salón de Plenos. Por eso firmaron en el libro de honor. No porque respondieran a una siglas, sino porque representaban la capacidad de superación.

Parece que a algunas personas les disgusta esto, tal vez porque prefieren ampararse en los viejos privilegios que mantienen a nuestra sociedad fragmentada. Parece que molesta que se cuestione que no es sostenible un país con cinco millones de personas desempleadas mientras las grandes fortunas siguen creciendo. Hoy es el informe de Caritas Europa el que pone el dedo en la llaga: España a la cabeza de pobreza infantil, España con 1/3 de jóvenes en precariedad.

Discrepo de algunos enunciados del manifiesto de la Marcha de la Dignidad por los mismos motivos que considero a quienes participaron de la marcha con méritos para ser recibidos en Villena, acogidos e invitados a firmar. Porque las cosas se hacen paso a paso y con el esfuerzo de todas las personas, también las diferentes. Discrepo también de la violencia desatada en la manifestación del 22 M porque considero firmemente que sólo desde la no violencia se construye la justicia. Por ello también reniego de tanta manipulación informativa que ocultan el éxito de la marcha y sus por qués (2 millones de personas pidiendo trabajo y techo, derechos sociales, igualdad, freno a la corrupción...) y enfocan sobre los actos violentos que detesto y critico. No acepto que se nieguen los derechos conquistados, igual que no acepto que sea una pedrada la que defienda una idea.

No se puede cuestionar el esfuerzo colectivo realizado, el éxito de la convocatoria del 22 M y su significado. Ni dejar de reconocer la importancia de que que paso a paso, metro a metro, la marcha de la dignidad pasara por Villena, se le recibiera y se le agradeciese ser al tiempo, propuesta y protesta, crítica y apoyo, enfado y afirmación.

No debe de dar miedo la protesta. Rechacemos la violencia que sólo beneficia a quienes ostentan el poder. Hay manifestantes que han sucumbido ante la provocación del enfrentamiento y han contribuido a que se hable de las porras y no de la dignidad.

Cuestionan quienes prefieren la fractura social que apoye estas movilizaciones. Lo duro es que en el siglo XXI vuelva a peligrar el pan, trabajo y techo. Por la reivindicación gozamos de democracia, por la protesta avanzamos en igualdad, por las movilizaciones conquistas como el voto, el derecho a la educación o a la salud son realidad. En todas las tradiciones y a lo largo de la Historia desde el conflicto se crece. La tradición cristiana sitúa la liberación en un conflicto colectivo en el que los egipcios dominan a los israelistas. Los Mayas señalan la necesidad de que “todos se levanten y avancen, de que nadie se quede atrás”.

El ser humano, “sapiens sapiens”, camina erguido, desarrolla su cerebro, se hace consciente y se siente libre. Huye de opresiones como las que el sistema liberal que pone el dinero por encima de las personas provoca.

Por ello, el alcalde de Villena recibe con honores a quienes marchaban por la dignidad.