15 años sin Miguel Ángel
Hace ahora 15 años, ETA escribió en el libro de la infamia una de sus páginas más negras. Aquel 12 de julio de 1997, Miguel Ángel Blanco Garrido, concejal del PP en Ermua, fue asesinado por ETA. Dos días antes, los terroristas lo habían secuestrado y habían puesto precio a su vida chantajeando al gobierno y a todos los españoles que militaban en la dignidad y en la decencia. Aquella siniestra cuenta atrás hizo que España entera abarrotase las calles y las plazas para exigir a los criminales que desistieran del horror y se plegasen al dictado de la vida y de la convivencia. El país fue un clamor 24 horas, un lazo azul unánime, un grito silencioso en el que se concentraba la firmeza de la ciudadanía frente a la dictadura de los pistoleros. Pero el terror es voluntariamente sordo y despiadadamente ciego. Cuando las alimañas cumplieron sus amenazas, toda España sintió que esos 2 balazos iban dirigidos contra todos nosotros, contra nuestro futuro y nuestro presente. Habían matado a un hombre más, pero este país cayó en la cuenta, quizá por vez primera, de que todos éramos víctimas, de que no se podía mirar hacia otro lado, de que no se puede vivir con dignidad cuando alguien te roba la conciencia. La muerte de Miguel Ángel fue un verdadero shock que alertó a los espíritus de la mayoría y puso en marcha un movimiento cívico ejemplar que arrinconó a los asesinos y a sus cómplices, que puso de manifiesto que la hidra terrorista posee tantos disfraces como cabezas. La sangre derramada por Miguel Ángel Blanco, fertilizó el llamado espíritu de Ermua, un espejo en el que miles de personas se han mirado para poder reconocerse, un compromiso con los valores de la libertad y con los que han muerto o han estado amenazados por consagrar su vida a defenderla.
Desde NNGG Ribera Alta, queremos rendir homenaje a Miguel Ángel, así como al resto de víctimas de ETA. Nunca vamos a olvidar que sus miembros han sido, son y siempre serán una banda de asesinos inhumanos, cuyo precio a pagar no puede ser otro que el arrepentimiento sincero, y con o sin él, el cumplimiento íntegro de sus penas.
Como jóvenes comprometidos con los valores de la libertad y de la democracia, nuestra actitud no puede ser otra que la de exigir al Gobierno de España de nuestro presidente Rajoy, que jamás se pliegue ante exigencias de la banda, ni tampoco a las de su entorno, que con su vergonzante silencio han sido cómplices de los asesinos durante tanto tiempo. Se lo debemos a las víctimas. Nos lo debemos a nosotros mismos, como miembros de una sociedad que aspira a que la libertad y el respeto a la vida sean los principios inspiradores del resto del ordenamiento jurídico.