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Por Jaime García García
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El rey desnudo

    Recuerden ustedes el cuento del Rey desnudo. Un rey pasea por las calles de la ciudad en un hermoso caballo blanco, pero el rey va desnudo. Nadie se atreve por miedo a recriminarle su falta de atuendo. La gente clama: ¡Viva el Rey!.. ¡Qué bien viste su Majestad!... ¡Qué gozo da ver sus vestimentas!... Pero he aquí que un niño inocente se adelanta atrevido y le dice al Rey: Majestad, ¿sabe usted que va desnudo?... Alguien, por fin, y con valentía candorosa, le ha dicho la verdad al Rey.

    Este sencillo cuento tiene plena aplicación en la sociedad en la que vivimos. Los psicólogos perciben en el estudio del hombre un “yo auténtico”, que goza de plena libertad y un “yo social”, que se comporta de forma automática. Es verdad que los hombres nacemos libres; que sólo los animales nacen encadenados al automatismo del instinto, pero también es cierto que muchas veces la libertad se convierte en una carga demasiado pesada e incluso en una amenaza. Junto al ansia de libertad existe el instinto de sumisión al líder, a la opinión, a lo políticamente correcto o al deber. ¿Qué queremos decir con ello?... Simplemente que muchas veces nos envainamos la libertad, nos tragamos aquello que exigitivamente desearíamos y preferimos la sumisión y el silencio. Tememos perder el suculento plato del poder, del bienestar y del cargo. El silencio cobarde es siempre el suicido de la libertad. ¡Sólo un niño se atrevió a decirle la verdad a su Majestad el Rey! ¡Sólo un niño inocente, libre y sin miedo!

    En la vida política la oposición hace su papel. Critica al Gobierno, le echa en cara su nulo hacer en el terreno económico y su desfachatez y ruptura del mundo moral y social. La ausencia de firmes y decididas resoluciones económicas ha dejado más de cuatro millones de parados; la nueva moral, una España dividida y llena de odio. Jamás los españoles hemos tenido un gobierno tan esperpéntico, tan radical y tan sectario. Somos el hazmerreír de Europa. Pitamos e insultamos a nuestros reyes y silbamos nuestro himno y nuestra bandera. Se puede engañar a una parte del pueblo todo el tiempo y a todo el pueblo una parte del tiempo, pero no se puede engañar todo el tiempo a todo el pueblo, decía Abraham Lincoln.

    La cuota de poder socialista baja en los sondeos; la estación lírica toca su fin; el Gobierno está a punto de saltar como un tapón de botella de champagne; el rumor público demuestra su cansancio; es difícil capear el temporal del paro; hay personas que toman el sobrante de los contenedores. Ha llegado el momento en el que el Gobierno deje de ofrecer su pecho a las flechas y se enfrente valientemente a la realidad y que no trapacee con el pueblo; es hora de que acepte su fracaso y dimita. Tenemos un pueblo admirable y unos políticos de miseria. Yo me pregunto: ¿Quiénes del gobierno serán capaces de advertir a Zapatero que va desnudo?... Yo observo todo lo contrario: cierran filas, sellan sus labios y aplauden con ardor. Les sucede igual que aquel astrólogo que mirando los cielos cayó en el fondo de un pozo. Imagen de los políticos cobardes que han puesto grilletes a su libertad, han perdido su “yo auténtico” y sólo les queda un “yo automático”, triste y avergonzado. No les da vergüenza buscar culpables de lo que sólo ellos son responsables. Me alegraría profundamente que estos dirigentes se pusieran a la altura de la gente sencilla, a la altura de aquel niño que con frescura infantil se atrevió a decirle al Rey que iba desnudo.

    ¿Cuántos serían capaces, como el niño, de gritarle al Gobierno de Zapatero que está desnudo, que va completamente desnudo?

     

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    comentarios 4 comentarios
    j.megias
    j.megias
    17/09/2010 02:09
    El rei

    Muy bien estrcturado el tema ,me lo archivo en mi carpeta saludos j.megias

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