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Por Jesús Montesinos
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Hay vida más allá de la política

    Hace un año los acreedores le dijeron a Rodríguez Zapatero que pagaba o le explicaban lo que tenía que hacer para poner orden en su casa. Fue en mayo de 2010 cuando el presidente del Gobierno, que negaba la magnitud de la crisis desde 2007, tuvo que enmendar su política económica. Pero aquello fue humo. Un año después, el Fondo Monetario Internacional desconfía del crecimiento español y sigue esperando esas reformas estructurales que deben separarnos del abismo. Y es que en España, con los políticos encelados en permanentes campañas electorales, es imposible que se adopten los cambios estructurales. Es la hora de la sociedad civil.

    Hay vida más allá de la política, porque no todo se resuelve entre partidos políticos e instituciones. Para entrar en el mercado alemán lo que hay que hacer es saber fabricar un producto competitivo y saber venderlo. No hace falta ministerio ni consellería alguna. Por eso la sociedad está haciendo sus propias reformas estructurales. En el azulejo de Castellón empresas y trabajadores llegan a sus propios acuerdos salariales sin que importen las sentencias judiciales que reconocen el valor de un convenio con incrementos imposibles cuando cierran las empresas. En otros sitios la alternativa es la economía sumergida, donde solo vale la demanda que haya de tu producto o servicio.

    El BBVA se muestra pesimista porque cree que no se han hecho las reformas. Y Moddy´s se sorprende del fácil recurso a la emisión de deuda en las autonomías, sin que nadie reflexione los impuestos que deberán crearse en unos años para hacer efectivos esos pagares y sus intereses. Cualquier empresa pensaría en eso antes de ir al banco, pero desde la política priman las elecciones. Por eso cada vez es más evidente buscar la vida fuera de la política. Si hace cuatro años se hubieran empezado las reformas necesarias en formación intangible ya tendríamos el resultado en el empleo juvenil. Pero en vísperas electorales cualquier candidato que se precie promete una carretera y un AVE, lo que no genera mayor empleo.

    Las reformas han sido mínimas. La financiera está saliendo con fórceps porque las cajas no tienes más remedio que sumar sus balances negativos a ver si así salvan el Titanic. Pero incluso en plena catarsis andan con una guerra de depósitos que arrasa con el poco ahorro que queda en el calcetín. En lugar de generar crédito para impulsar el empleo neto, el dinero se va a la deuda institucional y a las primas por depósitos. ¿Saldremos así adelante?

    Cuatro años después de iniciada la gran recesión aquí no han cambiado la negoción colectiva (menudo espectáculo el de sindicatos/patronal y Gobierno), las universidades o la pesada estructura administrativa española. Ayer mismo, en Catalunya Radio, tres políticos y dos periodistas se ufanaban en demandar independencia constitucional mientras empresarios catalanes de a pie defienden el mercado único español. Son dos realidades. La política y la real. Es todo tan absurdo que a estas alturas en el litigio de donación de las vivienda como pago de la hipoteca nos podemos encontrar con 17 leyes hipotecarias.

    Amanecen liderazgos sociales nuevos al margen de la política, porque los políticos no dan las soluciones, encelados año tras años en permanentes campañas electorales que les impide hablar claro a los ciudadanos. Eso les lleva al gasto social para contentar grupos de votantes, en lugar de a demostrar el valor efectivo de la inversión para crear empleo no subsidiado. Al final y al cabo para vender muebles, zapatos o traer turistas no hacen falta leyes. Como dice Botín, hace falta ganas de triunfar. Y si vendes puedes pagar sanidad, pensiones y educación.

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