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Por Jesús Montesinos
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De recortes, copagos y otras amarguras

    Está de moda anunciar recortes y copagos para hacer frente a la cuantiosa deuda que tenemos en el comedor de casa, la caja registradora de la empresa y en cada una de las instituciones que conforman el Estado Español. Dicen que así podremos pagar lo que debemos, pero nadie nos asegura que con tanto recorte y el consabido copago acabará nuestro calvario. Al contrario: anuncian nuevas derramas para los siguientes años para las nuevas deudas. ¿Para qué entonces tanta amargura?

    Italia anuncia copagos sanitarios de hasta 10 euros por enfermo. Portugal recorta la paga extra de los portugueses con trabajo. El Consell de la Generalitat reduce en más de 1.500 millones el gasto para evitar males mayores. Los catalanes anuncian jornadas más largas de los funcionarios. Y el gobierno al que aspira Rubalcaba propone una tasa Tobin para financiar servicios. Recortes, impuestos y copagos para mantener la maquinaria y pagar la deuda. ¿Pero qué haremos el año que viene cuando volvamos a deber millones? ¿Qué recortaremos

    Pero esa fiebre por la tijera también la han sufrido muchas empresas y familias españolas durante los últimos años. Fuera las cenas de fin de semana, no hay viaje de verano, despedidos dos comerciales y el niño que viaje en autobús a la universidad y sin stoks en el almacén aún a fuerza de no contentar al cliente. Hemos refinanciado hipotecas, créditos y adelgazado el negocio. Pero a final de 2011 volveremos a estar moribundos. ¿Para qué entonces tanta tijera? Para hacer una paella hace falta arroz, agua y pollo. Si no le ponemos de todo no podemos venderla.

    El IVIE de Francisco Pérez ha preparado para el BBVA un magnífico trabajo titulado “Crecimiento y competitividad” que define la trayectoria y perspectivas de la economía española y en el que queda muy bien reflejada la economía valenciana. Ahí se contemplan las claves que demuestran que solo con recortes y copagos no se consiguen grandes cosas, si todo eso no va acompañado de otras iniciativas. Pérez plantea un cambio en las políticas públicas, cambiar las especialidades productivas, reformar totalmente la educación y las empresas y ajustar el sector financiero. Si no se abordan esos retos, ahora toca tijera y mañana navajazos. Si no hay cambios en la función pública no habrá ahorro de costes y seguiremos siempre con los recortes y necesitando más dinero.

    La racionalidad en los costes no se soluciona con más impuestos (el copago) o los recortes cara a la galería. Esos ingresos solo sirven para mantener los disparatados costes. Como dice el IVIE hay que reestructurar las políticas públicas para hacerlas más eficaces y más baratas. Y es obvio que con los modelos actuales de función pública es imposible por horarios, flujos de trabajo y desadecuación con la sociedad. Los costes de Canal 9 (YVV), por ejemplo, se reducen casi a la mitad si el fútbol o la industria audiovisual dejan de vivir de los presupuestos públicos. ¿Por qué hemos de pagar entre todos equipos de fútbol imposibles o industrias inviables? Los ajustes no tienen que afectar a la calidad de los servicios, si no al coste disparatados de los mismos en obligaciones y funciones que no les corresponden.

    Como con las empresas. La tendencia de las afectadas por la crisis ha sido recortar los gastos, preferiblemente aquellos que afectan a las ventas y a los nuevos nichos de negocio. Con lo cual bajan gastos pero también ingresos. La conclusión es perversa porque ya no hay solución. Para vender hay que invertir aquí y en los mercados donde hay demanda. Porque para hacer una paella hay que poner arroz, pollo y agua.

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