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Por Jesús Montesinos
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Un modelo económico no se inventa, se transforma

    Doy por valida que la propuesta del Gobierno de Zapatero contenga un sinfín de buenas voluntades, pero según repaso su enunciado me resulta menos viable, aunque en el desarrollo normativo se apliquen al detalle. Y todo por un fallo conceptual. La crisis económica en España no solo es producto de la globalización o de la burbuja inmobiliaria. Aquí arrastramos el mal desde hace muchos más años. No pueden crear un modelo económico de la nada; hemos de transformar lo que hay.

    Aquí creíamos que todo estaba bien porque el ladrillo ocultó la miseria de nuestro sistema productivo. Por eso a medida que desaparecen ladrillo, crédito e inmigración aparece la cruda realidad. El problema no es una nueva regulación del mercado laboral. Va más allá que los días a pagar por despido. Hay que asumir la necesidad de crear empleo productivo; no solo crear trabajo de escasa rentabilidad.

    La estructura de base es poco consistente. Un repaso a las industrias tradicionales españoles (especialmente manufactureras) o incluso las más avanzadas tecnológicamente, nos da una alta tasa de penetración del exterior y una relativa tasa de exportación. ¿Por qué? Porque hace años que dejamos de ser competitivos.

    Por ejemplo, un trabajador textil produce un valor añadido en España de 29.000 €, mientras en Francia alcanza los 43.000 y en Alemania los 47.000. La traducción es muy fácil: los productos textiles españoles son caros y producen poco beneficio. Y eso era antes de que estallara la crisis. Y así con muchos otros sectores, especialmente la agricultura. La crisis agraria no es solo cuestión de intermediarios. Es que no es productiva. Y menos la cerámica, con una tasa de esfuerzo exportador por debajo del textil o el calzado. Pero el tópico es que el sector cerámico parecía super. Pues no.

    El turismo, el gran sector económico español, el de las cifras millonarias de divisas, arrastra un déficit brutal. Durante los últimos veinte años ha exigido una gran inversión en capital físico, mientras año a año ha mermado el gasto medio por turista. En los últimos cinco años el negocio no era traer turistas y ocupar plazas hoteleras o vender paella. El negocio era construir por construir. No hay modelo económico sostenible mientras no cambie el falso concepto del turismo como negocio. Menos capital físico y más valor añadido para cobrar 200 euros la noche.

    ¿Y puede transformarse el modelo sin empresas tractoras? Para alcanzar un modelo productivo hay que cambiar también el modelo empresarial. Y el noventa y mucho por ciento de las empresas españolas son PYMES y no quieren agruparse en red. Hay pocas Telefónica, Porcelonosas o Zara (por cierto el valor añadido de un trabajador en esta empresa es de 43.000 €). Hay miles de micropymes que tardarán años en cambiar su modelo productivo y organizativo. No es cuestión de una Ley y sus reglamentos.

    ¿Cómo va a cambiar la hormigonera tradicional por otro material menos contaminante una empresa de un conductor y dos empleados? Lubasa inventa un asfalto más sostenible, pero resulta más barato poner ladrillos convencionales en un piso que pladur, que permite modificaciones de la distribución sin provocar escombros.

    Un nuevo modelo económico no llega desde arriba. Tiene que asumirse desde abajo. Y eso va a ser difícil cuando empresas grandes o pequeñas no quieren reinventarse hacia un sistema productivo competitivo; demasiados años salvados por la campana. Aunque Alemania y Francia tiren del mercado, ya no vamos a venderles ni naranjas.

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