Un modelo económico a lo Frankensteín
De hecho, aunque el anuncio de Rodríguez Zapatero se produzca en estos momentos, el plan de desarrollo sostenible es de octubre de 2007 y lo desarrolló Pedro Martín, a la sazón jefe de la Oficina Económica del Presidente, y como “Estrategia Española de Desarrollo Sostenible” fue presentado ante la comisión delegada para Asuntos Económicos el 31 de ese mes de octubre.
Ya entonces se hacía énfasis en la juventud, el papel de la mujer, el crecimiento sobre una economía sostenible y hasta las nuevas fuentes energéticas y otras cuestiones muy interesantes que ahora Zapatero las vuelve a sacar del armario. Y la idea no es mala, pero entonces fue aplazada ante la imposibilidad de que el empresariado asumiera el riesgo de un cambio de producción en esa dirección.
Ahora la crisis alienta las esperanzas de que las empresas apuesten por este modelo para saciar su hambre de negocio. Pero no se puede establecer un modelo por decreto, porque entonces derivará en esa suma de cadáveres que llaman Frankensteín. Las empresas constructoras, por ejemplo, no están dispuestas a cambiar el cemento por un sistema constructivo más sostenible. Primero porque no saben utilizar otros materiales. Segundo porque toda su estructura de producción está basada en ese modelo. Y tercero por tienen miles de viviendas sin vender.
¿Va a cambiar el agricultor de cereales de Castilla la espoliación de los acuíferos porque lo diga un decreto de Zapatero? Un torno es un torno y un hotel en la costa tiene las paredes muy finas porque solo recibe clientes en verano. Si hay que cambiar el modelo productivo hay que cambiar la cultura productiva. ¿Trae el desarrollo sostenible un cambio de mentalidad en la productividad? ¿Cuántos nuevos aparcamientos incorporarán un enchufe eléctrico?
El empresariado español tiene una artrosis que le impide plantearse cualquier nuevo modelo económico. Una artrosis que provoca la desconfianza y un mercado desganado. Nadie se atreve a moverse; todos quieren seguir haciendo lo mismo, moviendo el cadáver arriba y abajo. En ese ambiente no hay modelo económico ni siquiera un cambio en la gestión. Solo Frankensteín.
