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Por Jesús Montesinos
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Manifiesto de deberes civiles

    Obsesionados por reclamar derechos políticos, la parte de la sociedad civil que se manifiesta estos días en la puerta del Sol de Madrid o en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia olvida sus deberes civiles. La fuerza de choque de la sociedad indignada escora la centralidad hacia la izquierda, con planteamientos contra la banca, a favor de un mayor intervencionismo estatal en la economía o recuperando el gasto social de la socialdemocracia de posguerra. Pero en una huida de mayores responsabilidades nadie plantea deberes como pagar impuestos, la responsabilidad social individual (trabajar más y mejor) o reducir el consumo de bienes y servicios públicos.

    Los motivos para el cabreo son evidentes y muchos. Por eso la gran simpatía que despiertan movimientos como el del 15/M, al margen de su sintonía ideológica con la izquierda política. Hay millones de indignados en España y los acampados han encontrado la chispa para ilusionarlos. Además, con su proverbial alejamiento ciudadano, los políticos españoles de cualquier color y valor son incapaces de detectar lo que está pasando. Como mucho intentan muñir el espectáculo mediático y hasta contradecirse con sus acciones. Por eso el cabreo (mejor traducción al español que el indignados de Hessel) seguirá creciendo. Y nadie va a salir a explicar los derechos y deberes a los que optan por tirarse a la calle para pedir el cambio.

    Los datos del último trimestre abundan en el desplome económico y la consiguiente desconfianza. Sigue creciendo el paro, el poco crédito que había se dedica a sanear los bancos/cajas y a emisiones de deuda pública y el consumo interno ralentiza su crecimiento a un 0, 7 % ( un 1,7 en último trimestre de 2010), con lo que solo las exportaciones aparecen como baluarte de cierta recuperación muy sectorizada. Esto trae consigo la caída del impuesto de sociedades, el IVA y de otros fondos de recaudación fiscal, con lo que las administraciones dispondrán de un tercio menos de ingresos. El ajuste de servicios, inversiones y gasto corriente va a ser obligado. No va haber ni para pan y circo.

    Incluso direccionando todos los ingresos disponibles hacia el gasto social y castigando el hígado de los más ricos, la realidad es tozuda y no hay dinero para tanto bienestar. Los recortes son obligados. Los nuevos ayuntamientos y autonomías necesitarán a partir del día 23 mucha imaginación para gestionar la miseria. Hay pues que ajustar mucho los derechos en esta crisis de época (no época de crisis), aunque en a través de un megáfono quede valiente acabar con Botín. Por eso lo importante en este momento es que la sociedad civil se plantee también sus deberes y racionalice sus derechos. Al fin al cabo, como dicen en la república de Ikea, no es más rico quien más tiene sino quien menos necesita.

    Frente a la crisis sistémica los movimientos sociales tienen que defender derechos pero también asumir el cumplimiento de deberes. Dan Heath y Chip Heath dicen en su libro “Cambia el chip” que el esfuerzo está en vencer las resistencias al cambio. Los hábitos políticos que ahora se critican están tan introducidos en nuestra vida que hasta para cambiarlos recurrimos a sus vicios. Unos hábitos que siempre han hablado de derechos a los ciudadanos y nunca recuerdan los deberes (es políticamente incorrecto). De ahí el recurso de la “peña” a los principios del socialismo utópico y a lemas románticos como el que dice: “Si no nos dejáis soñar no os dejaremos dormir.” Pero ni una palabra a los deberes que debe asumir el ciudadano para crear el nuevo sistema por la fatiga del actual (no por derrocamiento en las plazas).

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