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Por Jesús Montesinos
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Inmovibles, movibles y los que se mueven

    Benjamín Franklin decía que hay tres tipos de personas: las inmovibles, las movibles y las que se mueven. Obviamente que con la transformación que vive el mundo hay que ser de las terceras. Lo que ocurre es que a medida que el cambio se produce hay una reacción contraria a ello. Y esto es visible en la reacción contra los llamados cambios estructurales en el modelo sistémico español y en el adormecimiento del tejido empresarial valenciano.

    El cambio sistémico llega a golpes ante la incapacidad de los políticos en general y del Gobierno de Zapatero en particular por generar una estrategia a medio y largo plazo sobre cómo debe ser el futuro de España en medio de esta vorágine. El poder (controladores, sindicatos, cajas o bancos, grupos de interés) ejerce contra el cambio sistémico inevitable, mientras la autoridad legítima que debe salvar los muebles es incapaz de poner en orden todos esos cambios. Por eso nuestros acreedores no se fían de nosotros. Demasiados inmovibles.

    Esa inmovilidad a la que se refería Franklin es la que provoca ahora el enorme desgaste en el tejido industrial valenciano. Hay pocos que quieran adaptarse a las exigencias darwinianas que impone el mundo que está cambiando. Y eso provoca un elemento negativo, que es el hundimiento de grandes empresas de todos conocidas que no saben entender lo qué les está pasando. Y un elemento positivo, que es la facilidad con la que están resucitando o emergiendo empresarios que reinventando su modelo anterior o empezando desde cero serán el nuevo tejido industrial valenciano.

    En una semana como esta, además de celebrar la llegada del AVE a Valencia, ha habido dos tipos de actividades empresariales. Así a vuela pluma cuento: una reunión de emprendedores (confererencia del fundador de Tiendas Home) en el CEEI de Valencia, otra actividad parecida en el CEEI de Castellón, un debate de algunos empresarios de Xátiva y la Costera sobre las estrategias a seguir para salir del agobio, la conferencia de Juan Roig (Mercadona) que hay que trabajar más, mejor y pensar en el cliente y la propuesta de ITC (cerámica) para que las azulejeras de Castellón se animen a internacionalizarse aún más.

    En esta primera lista hay una constante. Atendiendo a la división de Franklin ahí están los que se mueven. Solo hay que hacer carreteras, trenes, aeropuertos o facilitar conocimientos, habilidades y dinero para que se creen nuevos negocios, reinventen los que ya están agotados o decidan trasladar la fábrica a un mercado emergente. Asumen el diagnóstico de la crisis y resulta envidiable ver a J. Rubio (Tiendas Home de Gandía) explicar en el CEEI los planes que tiene para vender colchones en toda España atendiendo a los cambios producidos en el mercado en medio de la crisis.

    Pero paralelamente se han celebrado otras actividades empresariales. Las Cámaras de Comercio rezan para que Zapatero olvide la supresión de la cuota obligatoria y así continuar con sus superestructuras. COEPA se plantea en 2011 cómo pagar a sus 80 empleados sin analizar su utilidad en la demanda empresarial actual. O en Valencia hay ahora una oferta de más veinte edificios institucionales que alquilan oficinas a precio dumping para ayudar a los emprendedores, que lo que quieren es orientación o financiación. Por no hablar de grandes empresas que todos los días acuden al banco a pedir una nueva refinanciación para mantener negocios que solo valen la cuarta parte de lo que deben. Inmovibles o movibles como mucho. No quieren enterarse que el mundo se mueve y no puedes bajarte en marcha. Sale más a cuenta subirse al tren.

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