Españoles con muchos derechos

Antonio Navalón dice que en los treinta años de democracia los españoles hemos pasado de demandantes a responsables. Tantos años bajo el franquismo nos dejaron esquilmados de derechos, productos y servicios. Por eso en la democracia pasamos a ser demandantes de bienestar, carreteras y casas. Pero con la normalización política, económica y social deberíamos haber pasado a ser responsables de lo que realmente podemos pedir, por cuanto ya administramos nuestros propios impuestos. Sin embargo en solo unos años ese principio se ha ido al garete.

Todos sabemos que la crisis obliga a asumir más deberes y contraer nuestras demandas. Habíamos alargado el brazo más que la manga y hay que ajustarse el cinturón. Y aquí ha aparecido el problema. Solo hay una parte de la sociedad española que se ajusta el traje para otra temporada. La lista de los afectados es mucha y más que lo será.

Pero hay otra parte de la sociedad que no admite recorte alguno. Y de ahí derivan las huelgas por sorpresa que sufrimos en el Metro, los aviones y otras acciones que vendrán. Sobre todo la que provoca la falta de productividad y la incapacidad empresarial por adaptarse a un nuevo formato de competencia. No podemos competir en precio y hemos de hacerlo en valor añadido, pero eso no entra en el terreno de las responsabilidades.

Ahí está la balanza comercial de los cinco primeros meses del año para demostrarlo. Crecemos en exportaciones (bienes de equipo y automóviles) y mantenemos las importaciones a base de petróleo y productos químicos. Esto tiene una traducción muy simple. Exportamos compitiendo en precio y producto subvencionado mientras el mercado interior sigue sumido en la desconfianza. No exportamos porque nuestros productos sean mejores, sino porque son más baratos. Somos los chinos de Europa.

Y si va a ser imposible de aguantar la cadena de huelgas protagonizadas por sectores que consiguieron muy buenos derechos y sueldos, aún será peor la situación de la economía empresarial cuando los llamados mercados emergentes pongan ante los clientes europeos bienes de equipo, limones, azulejos y hasta el jamón a menor precio que nuestros productos más baratos. Como vendemos por debajo de coste real por evitar la ociosidad industrial, seremos fácilmente barridos del mapa. Todo lo contrario si incorporamos valor añadido a cada uno de esos productos y le subimos el precio. Los españoles tenemos muchos derechos. Y mucho más si somos catalanes, valencianos, andaluces, vascos, gallegos o canarios. Todos muchos derechos y pocos deberes.

Demanda hay, y así lo demuestran los italianos que mejoran su cuota en Europa vendiendo a buen precio y poniéndole un lazo azul para aparentar diseño. Pero nosotros hemos vuelto al ciclo demandante para que las administraciones asuman una parte del coste y no asumimos la cuota de responsabilidad de hacer mejor nuestro trabajo para que sea competitivo. Hasta las propias administraciones disfrazadas de nacionalistas son demandantes y nunca responsables, como si los impuestos fueran solo cosa de un señor de Madrid y no de cada uno de nuestros bolsillos.

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