España es un país muy religioso

Diga lo que diga la Constitución y los progres este es un país muy religioso. Con cualquier excusa nos liamos con la religión, llámese católica, musulmana o budista. Nos encanta la teocracia y si pudiéramos celebraríamos San Obama, San Zapatero o Santa Hipoteca. Esta devoción alcanza su paroxismo con la llamada a las cruzadas por parte del portavoz de la Conferencia Episcopal, Martínez Camino, la hipócrita reacción laica de los políticos democratacristianos o la expulsión de la abogada musulmana Zoubida Baskik por llevar pañuelo delante del juez Gómez Bermúdez.

Nos encanta la religión, aunque sea para llevar a los curas y a las monjas al paredón. O a las del velo. Forma parte de nuestro destino en la universal. Y como eso lo saben los pontífices de la religión utilizan la amenaza de la excomunión contra los abortistas aunque sea para que los políticos se proclamen hipócritamente independientes del cielo. Si fuera posible los cardenales serían diputados o los diputados pedirían ser obispos.

El cardenal Rouco sabe que a la gente le importa una higa la excomunión e incluso puede colgar en la puerta de su casa el cartel de hereje. Pero también sabe que introducir ese pecado en el debate del aborto los pone en el foco. Si simplemente se opusieran nadie les haría caso. Pero si a los del PNV, CiU o al presidente del Congreso, el socialista José Bono, los ponen en la tesitura de pecar o ganar votos, tienen claro que preferirán el pecado, con lo cual aún desgastan más a los políticos. Por eso Martínez Camino es jesuita. Desaparecido Dios nos queda el pecado.

Ha sido amenazar con la excomunión para que creyentes, agnósticos y ateos pusieran a caldo a la Iglesia. Acción- reacción. ¿Por qué reaccionan virulentamente si la postura de la Conferencia les parece ridícula? Dejemos a los curas en paz y que piensen y prediquen lo que quieran. Cuando hay una reacción política tan tremenda, incluso entre los partidos democratacristianos, es porque les pesa el pecado original. ¿Cuándo perderemos de vista la sombra de las sotanas? Perdimos el miedo a los militares y estamos corriendo a gorrazos a jueces, políticos y periodistas. Pero nos gusta el fru-fru de las sotanas.

Pero da lo mismo la religión. La hazaña del juez Bermúdez de expulsar a la abogada musulmana es otra fobia religiosa. ¿Hubiera expulsado a un abogado con alzacuellos? Da lo mismo. La cuestión es que desde la Reconquista la religión pesa en este país hasta para hacer las demarcaciones administrativas. ¿Irán los diputados socialistas creyentes a confesarse cuando voten a favor del aborto? ¿Piden perdón a su dios los políticos del PP que traicionan la ética católica?