La economía sostenible de un Barça-Madrid
Al final tanto la ley de Zapatero como el partido de fútbol encierran las claves de una situación política que pesa como una losa a la hora de generar el ambiente adecuado para salir de la crisis. Nadie mira la relación 5.000/40. La casta que define el libro de Daniel Montero y que ya existía como clase dominante en el siglo III a de C (las leyes de Manu en la India) están a lo que están y no lo que deberían estar. Por eso hay un entramado defendiendo la Ley de la Economía Sostenible como lo hay para simular en el partido de mañana la apuesta por la dignidad que pedía el editorial coral publicado por la prensa catalana. Los 5.000 no existen para este entramado. No hay editoriales ni nadie les pregunta por la economía sostenible
Le Ley de la Economía sostenible es una ley en forma de racimo que se desplegará poco a poco a partir del Fondo Estatal para el Empleo y la Sostenibilidad Local. Un catálogo de buenas intenciones sostenibles que pretende planificar con órdenes ministeriales un modelo económico de nuevo cuño. ¿Cómo coño se ordena a una PYME que compre perfiles de aluminio más caros porque son fabricados con hornos solares? Ante la incapacidad para generar la confianza para que el mercado salga del atolladero, el Gobierno ordena por decreto cuál será nuestro modelo. Y además pone a los ayuntamientos como instrumentos de creación de empleo. Amén. Todo volverá a ser un retoque de aceras, aunque esta vez con asfalto ecológico.
Pero si la política determina que ahora toca la economía sostenible y no hace dos años, la misma política está condicionando hasta el Barça-Real Madrid. Soy cule. Me encanta el juego que hacen Guardiola y sus muchachos y quiero que gane el Barcelona. Pero si gana el Real Madrid, al día siguiente los doce periódicos catalanes sacarán un editorial conjunto reclamando más dignidad catalana y menos prepotencia española.
Es la perversión de un modelo político que produce la Ley de la Economía Sostenible fuera de tiempo y lugar, vertical y cuando el problema es otro. Y genera un enrevesado sistema administrativo del gobierno del Estado que afecta hasta a un partido de fútbol o a la dignidad de doce periódicos que se suman a la causa porque así lo manda la casta dominante en Catalunya. Mientras tanto en Castellón se presentan cinco mil aspirantes a cuarenta plazas de celadores y nadie publica un editorial.
