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Por Jesús Montesinos
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Comisiones para gestionar las chorradas

    Los estudiosos de la prospectiva extraen dos claras conclusiones respecto a lo que va a ocurrir en España en los próximos meses. Unos amenazan con una rebelión de los humildes, hartos de tanto paro, mamoneo político e incapacidad de liderazgo. Y otros insisten en la sociedad del miedo que llevará a mayor cuotas de sumisión a los millones de personas que están (estamos) pasando a la categoría hindú de intocables. Unos hablan de rebelión y otros de sumisión.

    Pero visto lo visto en la reunión de presidentes autonómicos para que recorten sus gastos y apechuguen con su parte de déficit, más bien creo que aparece una tercera posibilidad, esbozada por Felipe González cuando estos días dice que estamos en el furgón de cola. Señores, esto es una charlotada y volvemos a esa España ideal de pan y circo, puentes festivos y alegrías callejeras, donde el político de turno dice una mentira tras otra para guardarse del otro y donde todos estamos encantados de hablar de la crisis con una cerveza a medias.

    Si un personaje como Zapatero llega a fijar el ahorro de energía de los edificios públicos en 3.000 millones de euros es que además de engañarse se cree que somos tontos (¡Que alguien le haga unos números al señor presidente). Pero si un Vicepresidente de la Generalitat Valenciana, Gerardo Camps, insiste públicamente en que los valencianos vamos a ser de los mejores librados por la crisis es que ya nos creen absolutamente idiotas. Por eso cuando salen todos con cara sonriente de la reunión de las autonomías, el cuerpo se me echa a temblar. ¿Qué habrán fraguado estos malditos? Luego queda claro que no solo han puesto un huevo: han creado otra comisión para gestionar las chorradas. Como la de Jorge Alarte, secretario general del PSPV-PSOE, prometiendo crear 250.000 puestos de trabajo si gana las elecciones. ¡Un genio de la economía! Lo va a contratar Obama, seguro

    Nadie confía que el gobierno central reduzca su déficit porque la excusa de mantener el gasto social ya no se la cree nadie. Y mucho menos hay confianza en que las administraciones autonómicas hagan lo propio, aunque solo les corresponda el 4 por ciento del déficit del Estado. Y como sabemos que los ayuntamientos van a apretarse el cinturón porque tienen vacío hasta el calcetín, pues queda claro que tampoco harán nada para reducir el déficit. Vivo de cerca el debate sobre las carreteras en el ayuntamiento de Castellón y me entran escalofríos de comprobar que ni el gobierno del PP (Fabra-Moliner) ni la oposición del PSOE (Calles-Edo) se dan por enterados de lo que pasa y va a pasar de verdad en las finanzas públicas.

    Ya no hay que ponerse en las terroríficas premoniciones de las leyendas mayas o en el Crack que anuncia el catedrático Santiago Niño para 2010, pero es más que evidente que ese déficit, que es solo una derivada de la crisis, contiene una solución sistémica. Es el modelo de estado lo que debe revisarse, no los quinientos millones a ahorrar en cada comunidad o los diez euros por despacho y bombilla. La sociedad emergente tras el franquismo trajo las autonomías, los presupuestos en base a gasto social y la macrocefalia de la administración respecto a la sociedad (Más de un 40 por ciento del PIB es público. Una barbaridad incontrolable). Eso estuvo bien mientras duró, pero ahora el más por menos que trae la salida de esta crisis obliga a repensarse los modelos de negocios en la economía y el modelo del Estado en la administración. Y esto acabará así aunque creemos una comisión para evitarlo.

    (Sígueme en www.twitter.es/jmontesinos)

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