Comienza la movida financiera en Castellón
Se veía venir. Como Pigmalión, ya lo dije hace meses, mientras todos miraban a Bancaja y la CAM. Las cajas rurales son el flanco débil del sistema financiero valenciano, precisamente porque están y han estado instrumentalizadas por poderes locales que solo han mirado el mantenimiento de su plataforma económica.
Joan Lerma ya intentó controlar esos poderes a través de una Ley que ordenó las Secciones de Crédito de las Cooperativas. En aquel entonces el alto interés del interbancario produjo grandes beneficios para unas cooperativas de crédito que tenían exceso de tesorería. Pero la Ley supo a poco y en las cajas rurales se apalancó lo mejor de cada pueblo. Quien mejor sabe eso es el propio Aurelio Martínez cesado hace quince días como presidente del ICO.
En los últimos años en las cajas rurales ha pasado de todo. Y todo lo sabe el Banco de España, aunque hasta ahora le ha interesado callar. En la de Villarreal incluso se publicaron esquelas falsas para amenazar a un subdirector en la lucha por el poder. En otras se han falsificado conclusiones de asambleas. Y las hay en las que han comprado hasta equipos de fútbol. ¿Quién no recuerda las movidas en Almassora frente a lo que hoy es Ruralcaja? ¿O en La Vall? ¿Cuánto aguantará la soledad de la San Isidro?
Todo valía cuando las vacas gordas. Pero ahora no les queda más remedio que compartir miserias antes de entrar en el Fondo de Garantía de Depósitos. En la operación que lidera Gisbert solo han entrado una parte. Pero antes de seis meses el resto de las que quieren mantener su parcela de poder en Castellón o en el resto de la Comunidad cederán todas porque no aguantarán ni la morosidad ni el riesgo. La movida financiera ya ha empezado.
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