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Por Jesús Montesinos
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La burbuja de las administraciones

    Llevo semanas con tres coplas que me rondan los oídos. La iniciativa privada empieza a encontrar salidas a base de reinventarse. Y hay muchos en esa tarea, como hay más empresas convertidas en estatua de sal. Pero están atascados los bancos y cajas, que deben más que tienen, y las administraciones que en los dos o tres próximos años no tienen ni para el toner de la fotocopiadora. Hay una burbuja oculta por las próximas elecciones, pero que estallará en mayo. Apúntelo en la agenda.

    En este ESPILL (que ahora celebra el aniversario de cuando Jaume Roig escribió esta obra disfrazada de misógina como el “Llibre de les Dones”) hemos hablado de las dificultades de la empresa valenciana para incorporarse a la innovación en todas sus variantes. Pocas lo hacen porque muchas están a la espera de despertar de la quimera. Pero hay muchas por la faena. En unas Jornadas promovidas por las Cámaras de la Comunidad Valenciana en Alicante, Valencia, Orihuela, Alcoy y Castellón se presentan novedades de cómo convertir en éxito empresas con dificultades. Les cito dos: Una empresa de Liria con cuatro trabajadores que fabrica casitas de juguete y las ha pasado a vender por internet. Ya están en dos millones y medio de facturación. O el hotel Mas de Calicatti, que hace propuestas como ven a ver amanecer o comer y dormir la sieta.

    Pero hay dos burbujas perezosas que ni siquiera quieren saber el alcance de la crisis. Una está clara: la financiera. Lo ha repetido Santiago Niño y hasta Felipe González. Cajas y bancos van a ofrecer hasta el 5,75/6 % de extratipo (si es que todavía existe esta figura financiera) por nuestros depósitos a tres años. No es que sean generosos. Es que están pagando los créditos pedidos para su crecimiento hasta un 8 %. Necesitan nuestros miserables ahorros para recuperar la titularidad de nuestras hipotecas.

    Además juegan al VIP, cuantas más cuentas y depósitos sumen al 31 de diciembre en mejores condiciones están para la SIP. Y si no que le pregunten a Bancaja que vive de los préstamos de Caja Madrid para llegar a 2011 o a la CAM, que maneja dinero asturiano para nuestras libretas. Lo de las cajas rurales es más cuestión de estómago. Mientras la almeriense Cajamar compra voluntades de rurales valencianas a precio de oro y la SIP de Emilio Ontiveros marea la perdiz, la Caja Rural del Mediterráneo (Juan Antonio Gisbert) no sabe dónde meter el dinero porque no apalancaron grandes operaciones inmobiliarias.

    Pero esa burbuja está medio controlada por el Banco Central Europeo y por Miguel Angel Ordóñez. ¿Pero quién controla el desfase que se va a producir en las administraciones públicas españolas? En año electoral unos prometen el oro y otros pedimos el elefante blanco. Y tonto el último. Por eso es tan difícil asumir la llamada a la regeneración que hace ABC.

    El Impuesto de Sociedades, la aportación por renta, el IVA y otros muchos impuestos van a bajar en 2010 más del cuarenta por ciento. Y en 2011 ni les cuento. La capacidad de endeudamiento de cada ayuntamiento, las autonomías o el gobierno de Zapatero es mínima, porque además hay que apretarse el cinturón. No hay dinero ni para el toner; solo para coches oficiales. Los presupuestos de cada administración van a ser fallidos apenas acabe la campaña electoral. Esa es la gran burbuja, porque sin inversión pública se cae el PIB y hasta el cementerio de mi pueblo. ¿Hay algún político capaz de proponer sangre, sudor y lágrimas?

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