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Por Jesús Montesinos
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El agua es para quien la trabaja

    En plena crisis financiera, económica, educativa, mundial, local, global, comercial y, al fin y al cabo, sistémica, renace de sus cenizas el debate sobre los trasvases del agua. Castilla La Mancha se autoadjudica la propiedad del agua (6.000 hm3) y deja a Alicante y Murcia sin derecho ni a la necesaria para las cisternas de los waters. Y entonces Camps y Valcarcel (PP) y también los del PSOE de ambas comunidades cogen el fusil y van en tromba a Almansa a defender sus derechos sobre el agua de todos los trasvases. Da lo mismo qué quieren hacer ahora unos u otros con esa agua.

    Da lo mismo que estén en tela de juicio los modelos económicos que han sustentado una agricultura, el turismo y un desarrollo urbanístico que al final se han demostrado como escasamente rentables (cuesta más salvarlos que todos los beneficios acumulados desde hace veinte años). Los apartamentos de La Manga, los tomates de Orihuela o los turistas de Benidorm ya no dejarán pingües beneficios, porque el capital físico invertido nunca tendrá retorno.

    Y toda la agricultura de Castilla La Mancha ya no volverá a ser subvencionada por la Unión Europea como durante los últimos años. Esos dineros fueron la excusa para acabar con los acuíferos que han afectado a tantos humedales y al final resulta que ahora no hay ni dinero, ni agricultura, ni acuíferos. ¿Para qué quieren los castellano-manchegos 6.000 hm3? Pues como en el caso de Camps y Valcarcel para alardear políticamente de que defienden los intereses de sus votantes. Provincianismo a tope, como el caso de las veguerías en Catalunya, mientras China compra millones de kilómetros de tierra en Mozambique o Angola. Por eso si alguien presenta una querella por lucro cesante al quedarse sin agua se llevaría una sorpresa con los datos contables resultantes.

    Pero ni unos ni otros quieren analizar el cambio de paradigma que a todos los efectos comporta esta crisis. El presidente de la Generalitat Valenciana, Francesc Camps, le decía ayer a los empresarios de la provincia de Valencia (CEV) que liderará el cambio del modelo económico que estos le piden. Pero cuando ves la disputa del agua creo que los políticos ni siquiera se han leído los papeles que les han entregado.

    Es necesario un cambio de modelo económico porque hay un cambio de valores. En el comercio, en el concepto de la propiedad y en el de movilidad laboral, por poner varios ejemplos. La construcción no resusitará porque el usuario de la segunda residencia ya no aspira a ser propietario. Le basta con usar el apartamento cuando lo necesita. La propiedad ha cambiado por el uso.

    Y lo mismo está pasando con el agua. El agua es un bien de uso, no de cambio. No hace falta ser el dueño del caudal. Hay que usarla en aquello que sea rentable y sostebible. Por ello, en Castilla- La Mancha, Murcia o la Comunidad Valenciana los análisis hay que hacerlos sobre la base del agua necesaria para usarla como generación de riqueza y no como patrimonialización del caudal. Pero aquí cada uno quiere tener derecho a su rio particular y a un Ikea en su pueblo. Para eso están las autonomías y ahora las veguerías. ¡Faltaría más!

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