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Por Manuel Altava
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Volver, volver…

    El tiempo, para ser una magnitud que dicen los relativistas que no existe se mueve a bastante velocidad y ya se nos anuncia con la lotería que vuelve la Navidad.

    El PSOE ha vuelto, dijeron los dirigentes socialistas al finalizar su reciente Conferencia política. Quizá al referirse a una presumida vuelta alguno pensó que lo que quisieron decir es que el Partido Socialista volvía a la socialdemocracia o al centroizquierda, pero no parece. Cierto es que hacer oposición no es un trabajo fácil, siempre se ha dicho que ahí hace mucho frío. Aunque criticar en vez de construir siempre precisa de menos trabajo, o una labor menos rigurosa de quien tiene que llevar sus palabras a la práctica, discrepar del Ejecutivo y mantener una línea coherente, creíble y que argumente alternativas no es cosa simple.

    En su día Zapatero, el peor presidente que ha tenido este país en su reciente democracia, prefirió impulsar en su partido un espíritu argumental de izquierdas a secas. Ya saben, puso en cuestión mucho de lo que España había cerrado desde la transición hasta la conjunción astronómica de su llegada. Incluso abrió la espita para la irrupción de nuevos estatutos de autonomía y aspiraciones de más altos techos competenciales que podían rozar materias o tentaciones soberanas.

    A veces se mira mal a quien habla de la herencia recibida o de sus consecuencias, pero no es posible no tener en cuenta el pasado inmediato o hacer el ejercicio de considerar remoto lo que aún trae calor y debate al momento presente. Negar que la reciente sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos guarda relación con una forma de entender la acción política o que la exigencia de la derogación de la mal llamada Doctrina Parot figura en las llamadas por algunos actas de negociación con ETA, es tan cierto como que nunca fueron reconocidos estos documentos como auténticos por las fuentes oficiales del Estado.

    Estas cosas, tanto como la incesante estrategia de secesión/sedición de Artur Mas y Junqueras bailando un interminable chotis, la realidad de una Endesa hoy de capital italiano, la ingente deuda con las empresas eléctricas que tenemos los consumidores, la mesa tripartita en torno a Gibraltar, los millones de parados a noviembre de 2011, la congelación de las pensiones o la rebaja salarial de los funcionarios, el estado de las finanzas nacionales,… todo ello nos recuerda a Zapatero y a Rubalcaba que era vicepresidente de su gobierno, y es que cuesta olvidarlo.

    El PSOE ha vuelto, aunque mejor que sigan en su sitio, que debatan y transiten, que pacten por la viabilidad del Estado, respaldando sus instituciones y que jueguen menos a proponer modificar la Constitución con ocurrencias federales que dicen poco de la actitud responsable de unos políticos formados y libres. Dicen que la victoria está en el centro político, ese espacio que hace de la tolerancia y el respeto una de sus grandes características democráticas. Alejarse de él puede ser entretenido, estimulante y algo vociferante, aunque no muy serio, ni realista, ni constructivo. Nuestro sistema constitucional está basado en el gobierno de la mayoría, el respeto de las minorías y la residencia de la soberanía popular en el pueblo. Es decir, en convivir con situaciones viables, instituciones públicas sólidas al servicio de los ciudadanos y gobiernos responsables cuyos aspirantes no quieran sorprendernos con sobresaltos y aventuras políticas eufónicas además de imprudentes e inéditas.

    El PSOE ha vuelto,… Que vuelvan, ya que nunca debieron haberse ido con tanto que hay que hacer.

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