¿Alguien me la puede levantar?
Hacía tiempo que no me encontraba en una situación tan embarazosa como la de hace unos días, en la que incluso llegué a pensar que ya no me funcionaban las neuronas.
Pasó que, por mi profesión, tuve que gestionar, ante las dependencias de la Policía Local de una importante Ciudad de nuestra Comunidad, fuera de nuestra Provincia, la entrega de un vehículo que, como consecuencia de haber sido robado, había sido recuperado por dichas autoridades.
Con toda la educación del mundo, me puse en contacto telefónico con las Dependencias de dichos Agentes de la Autoridad. Una voz totalmente “autorizada” contestó a mi llamada preguntándome que es lo que deseaba.
¡Mire, señor! Le indiqué. Soy fulanito de tal y tal. Le llamo desde Burriana para que me digan los trámites que tengo que realizar para que se me entregue el vehículo matrícula 000-111 marca P.S.C. que fue recuperado por Vds. ¡Sí, si! Aquí lo tenemos. ¿Hicieron Vds. la denuncia? Me preguntó. ¡Si, sí! Le contesté. Pues deben ir Vds. a levantarla y después, junto con “el levantamiento”, pasarse por aquí para hacer la Diligencia de recuperación. ¡Oiga! ¿Dónde debo levantar la denuncia? Le pregunté esperando me indicara que en algún campeonato de halterofilia, o algo por el estilo. Pero no. Me indicó que si la denuncia se había presentado ante la Guardia Civil, podía ir a la propia Comandancia de mi Ciudad y allí “me la levantarían”.
Cogí el expediente completo, por supuesto con copia de la denuncia para que me la levantaran, y con toda la documentación de la que disponía, me acerqué hasta las Dependencias de la Guardia Civil, en donde debo reconocer, y así quiero hacerlo público, me atendieron como siempre han hecho conmigo en estas Dependencias, esto es, de “Chúpate domine”, que traducido al castellano puro quiere decir, de puta madre.
Pero no vean Vds. el “cachondeo” que se montó cuando les indiqué el motivo que me había traído hasta allí. ¿Cómo dice? Me preguntaron después de escuchar mi petición. ¿Qué debe levantar una denuncia? ¡Pues si! Eso me han dicho, aunque no estoy seguro de la altura a la que tengo que llegar en el “levantamiento”. Los comentarios que se vertían entre los miembros de la Benemérita, me hacían pensar que yo no estaba demasiado cuerdo.
Me armé de valor y, aguantando el tipo, les comenté que yo les podía facilitar el número de teléfono de aquel Policía Local que no me facilitó su nombre y con quien podían ponerse en contacto para así poder confirmar lo que yo les estaba manifestando.
El Sargento, viendo que yo ya estaba desesperado, accedió, y a su llamada contestó el mismo policía que me había atendido a mí, quien se pronunció en los mismos términos que lo había hecho conmigo y, además, sin que hubiese forma de hacerle cambiar de opinión.
El Sargento pidió entonces que le pasasen con el Intendente, pero ante la ausencia de éste, dejó el número de teléfono del Cuartel, solicitando que, una vez localizado el superior, se pusiera en contacto con él.
Mientras yo esperaba en la salita, se iban produciendo más comentarios sobre el particular y, durante la espera, rezaba para que alguien “se decidiese a levantármela” para de esta forma, poderme presentar ante la Policía Local de aquella Ciudad costera, con un elemento suficientemente digno para convencerles de que ya disponía del tan solicitado “levantamiento”. No obstante debo confesar, que hubo un momento en el que ya no sabía, si había ido al Cuartel a pedir un “levantamiento” de la denuncia, o a que alguien “ me levantara, que se yo que cosa”, por cuanto la empanadilla mental que tenía, no me dejaba razonar de forma correcta, pero lo cierto es que, el Sargento, después de una espera de más de quince minutos, me indicó que podía ir a retirar el vehículo sin esperar a que me la levantara nadie, por lo que me dio a entender que el Intendente de la Policía Local de aquella Ciudad costera, había accedido a los pedimentos del Sargento para que yo pudiese retirar el vehículo sin ningún tipo de “levantamiento”, por lo que di gracias a Dios, y a los miembros de la Benemérita de mi querido pueblo, que me liberaron de aquella situación tan embarazosa.
Pero nada más lejos de la realidad, por cuanto, a los dos días de aquella embarazosa situación, me personé en el depósito de vehículos de aquella Ciudad costera, y después de dos horas de “tiras y aflojas”, aunque eso sí, con un trato exquisito, me manifestaron que al no habérmela levantado nadie, mal podía llevarme el vehículo, y fue en ese preciso instante cuando me di cuenta, que no debí acudir nunca al Cuartel de G.C. para que me la levantaran, sino que lo más lógico hubiese sido acudir a cualquier farmacia abierta al público en aquel momento, pues estoy convencido que allí, hubiese encontrado el mejor remedio “para poderla levantar”. ¿O, no? Aunque les prometo que todo esto me pasó por falta de experiencia, por cuanto yo desconocía que, las denuncias, tuviesen algo que ver con los LEVANTAMIENTOS. I es que lo de la falta de experiencia es verdad, por cuanto se dice que, la experiencia, es un peine que te dan cuando ya no te queda pelo, o sea, cuando ya no te sirve para nada.
Ay Paco Paco! no tienes fin. Contigo todo es una posible "Aventura". bss