Un policía detrás
Hermanos: a estas alturas de la película creo que nadie puede alegar no saber que estamos ante una pandemia de una enfermedad que mata gente. Tampoco podemos decir que tenemos una falta de información respecto a las medidas que debemos adoptar para mitigar la cadena de contagios que, por lo que nos dicen las autoridades, en los hospitales y centros de salud y los amigos y familiares que se han contagiado, parece ser que es cierta.
Todos tenemos añoranza de cuando éramos libres para ir de juerga nocturna, tardeo o a tomarnos un vermú. O cuando hacíamos aquellas reuniones de treinta amigos que acababan a las tantas con guitarra de por medio. O esas navidades familiares que tanto criticamos y que cuando hemos tenido la excusa para no hacerlas también las hemos criticado (¿por qué seis y no diez? ¿los menores cuentan o no cuentan?). O de irnos a la nieve a hacernos las necesarias fotos de postureo reglamentarias y subirlas a las redes.
Tal vez el problema sea ese, que somos más listos que la policía. Somos capaces de engañarlos y no nos pasa nada. Y por eso lo subimos para exhibirnos en nuestras redes sociales.
Como dirían los de Cruz y Raya: “Hay que ser tontos. Pero que mu’ tooontos”. Los jóvenes inmortales, los no tan jóvenes a los que les va el riesgo, aquellos a los que “por dos más en la reunión tampoco va a pasar nada”. Los conspiranoicos que creen que esto es una conspiración para controlarnos Bill Gates (pero que ahí mantienen su smartphone de ultima generación y su Alexa en casa para que les cuente chistes).
Si alguien espera que nos pongan un policía detrás de cada oreja, tranquilos, eso no va a pasar. Que usted se lo contagie bien a gusto y disfrute del PCR.