Un jardín vertical chaparro (o algo así)
En el centro de las ciudades valencianas no hay demasiadas oportunidades para crear jardines y zonas verdes. Ni en los centros históricos ni en las zonas de ensanche hay parcelas para plantar unos cuantos árboles.
Por ello, plantar jardines verticales como el que luce en una de las fachadas del edificio de Caixaforum Madrid es una buena solución. El artífice de la iniciativa fue el parisino Patrick Blanc, y su invento está presente hoy en ciudades de todo el mundo: París, Bruselas, Nueva York, y ahora también en Onda.
Su atractivo estético actúa como un eficaz agente medioambiental, aísla del ruido y preserva la fachada de las inclemencias del tiempo. Además, el jardín actúa como aislante: en invierno aísla del frío y, en verano, actúa como sistema de refrigeración, lo que siempre ayuda a ahorrar energía. Y, por si fuera poco, también actúa como filtro antipolución, limpiando las partículas de contaminación del aire al ser atraídas por su fieltro.
Bueno, el de Onda no. Porque mientras la pared tendrá unos diez o quince metros de altura, nuestro jardincillo vertical solo tiene un par de metros de altura y se nos ha quedado bastante chaparro. Además, el resto de la pared que intentaba tapar (que es bastante fea, por cierto) la han solucionado con pintura marrón. Tal vez emulando la fértil tierra de la albufera valenciana.
La alcaldesa de Onda, Carmina Ballester, que siempre toma ejemplo de las zonas verdes que ve en los múltiples viajes que hace a lo largo y ancho de este mundo, es posible que, cuando pasó por Nueva York, el jardín vertical que vio se le quedara a la altura de la vista y no mirara hacia más arriba.
