¿Y después del deahucio qué?
Mi amigo Carlos, API de profesión, me contaba que fue a enseñar uno de esos pisos desahuciados a un potencial inversor que pretendía comprarselo a uno de los bancos que están cargaditos de pisos en venta.
Cuando intentó abrir la puerta se encontró conque la llave que le habian entregado en la susursal bancaria no coincidía con la cerradura. Después del desconcierto inicial, y tras un rato peleando con el manojo de llaves, se dieron cuenta de que el piso había sido “okupado”. No por aquella familia anterior desahuciada que, llena de desesperación, pudiera haber decidido reocupar aquello que el banco se habia quedado al amparo de una ley hipotecaria vieja, caduca, injusta y que beneficia la usura. Quien habia ocupado el piso era un caradura que se ponía el mundo por montera e iba ocupando pisos por el sistema “patada en la puerta” y malviviendo en pisos sin luz eléctrica ni agua potable. Pero al fin y al cabo viviendo. El banco tardó meses en darse cuenta del problema.
¿Cree usted que desalojar a un “okupa” es fácil? Pues no. Aquí entran los juzgados que, en aplicación de la ley y con una gran eficacia impulsada por los bancos, ordenan el desahucio de familias de economía en desgracia, ante una ocupación. Aquí se ven atados de pies y manos para desalojar de una manera ágil a quien ilegalmente ha entrado en el inmueble. El problema se agrava. La degradación de la comunidad de propietarios es evidente cuando les entra alguien que le importa bien poco la convivencia vecinal y el estado final en el que quede el piso.
Sumemos a ello que los bancos no pagan sus gastos de comunidad y veremos que el problema afecta a muchos más que a los directamente desahuciados.