Los corredores cantábricos
La inauguración el pasado mes de julio del nuevo tramo de la N-232 que salva el puerto de Querol de Morella ha incrementado notablemente el tráfico en la carretera nacional a su paso por las tierras del Bajo Aragón al ganar seguridad y tiempo. Muchos conductores que antes huían de las 68 curvas cerradas de la Vallivana ahora vienen a Castelló por la N-232.
Este incremento del tráfico nos obliga a poner el foco en la necesidad de que se acometan cuanto antes las obras de la A-68 porque Aragón es un cuello de botella de todo el trazado de la salida de las comunidades autónomas del Cantábrico al mar a través de Aragón y viceversa. El tramo El Burgo-Fuentes se encuentra en obras y queda el Bajo Aragón que no avanza a la velocidad necesaria.
En los dos tramos bajoaragoneses avanzados del Regallo-Alcañiz y Alcañiz-Las Ventas, todavía aún se acaba de iniciar la redacción del proyecto de obra, que se prolongará durante dos años. Y después con suerte vendrá la licitación de las obras y su ejecución. Eso en tiempos administrativos son lustros. Un lujo que no nos podemos permitir los castellonenses ni los aragoneses ni los cantábricos.
Por otro lado, el corredor ferroviario entre Sagunto y el Cantábrico debe ser modernizado incrementando la capacidad de la Línea Sagunto-Teruel-Zaragoza para el tráfico de mercancías y viajeros.
Son dos infraestructuras de interés nacional que unirían seis comunidades autónomas (Cantabria, País Vasco, La Rioja, Navarra, Aragón y Comunitat Valenciana) y que suman más del 20% del PIB nacional.
Ahora bien… no pasan por Madrid, ¡Claro!