Tráfico y vacaciones
Terminamos de disfrutar de algunos días de descanso, la Semana Santa, y San Vicente han tomado un sentido distinto en nuestra sociedad; una gran parte de la población ha optado por unas vacaciones, el que pueda claro está; en esta que acabamos de concluir, cada uno ha tomado una opción diferente.
Ponerse al volante y coger la carretera, constituye unas de las “Tradiciones” que se ha puesto de moda; a pesar de la subida de la gasolina y demás.
Las nuevas Normas de Tráfico son un factor a tener en cuenta; para algunos, son positivas dada las mejoras en las estadísticas de accidentes producidos en los últimos años, habiendo descendido en parte, por el nuevo sistema sancionador de la D.G.T. acompañado de un endurecimiento en las sanciones.
Una de estas nuevas normas de tráfico consiste en reducir la velocidad dentro de las ciudades, limitando a 30/km, medida que se hace más que necesaria, dada la afluencia de peatones de todo tipo; nadie habla de ellos, aunque algunos son excesivamente imprudentes, otros merecen un trato de “favor”, tratándose de niños y ancianos, aunque este colectivo resulta más imprudente.
La medida es más que necesaria, tenemos la idea de que el peligro está en la carretera, en los trayectos largos o cortos; y tal vez nos olvidamos del casco urbano, de nuestras ciudades, de un sujeto muy vulnerable: el peatón.
Las urbanizaciones son otro foco de peligro que nadie nombra; siempre hay niños en bicis, ancianos… y la confianza al volante es un riesgo que nadie ve.
Esto ha producido una concienciación de prudencia colectiva; las sanciones económicas han experimentado un considerable aumento, en proporción a las infracciones producidas que en los últimos años han experimentado unas dimensiones preocupantes.
Aquí estamos hablando de un perfil típico de conductor, padre o madre de familia, que llega a su lugar de vacaciones; esta clase de conductores son prudentes debido a la responsabilidad familiar.
Por desgracia, existen ciertos conductores que suponen un peligro para la colectividad, compuesto por jóvenes temerarios que se juegan la vida, y ponen en peligro la de los demás.
En nuestro país, la edad mínima para obtener el permiso de conducir es de dieciocho años, una edad prudencial si tenemos en cuenta la edad mínima de otros países; por ejemplo: Estados Unidos.
Se dice que los trayectos cortos suelen ser los más peligrosos; la confianza de conocer el camino, la seguridad que uno tiene de sí mismo y demás, son factores propicios para provocar un siniestro de terribles consecuencias.
Ciertamente, si pensamos en los peligros del tráfico, todos podremos llegar a casa sanos y salvos, y a ese colectivo de dementes que les quiten el permiso de conducir de por vida en beneficio de toda la ciudadanía.