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Por Ramón Jesús Pérez
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La historia de las Villas de Benicasím

    Recordando los inicios de esta localidad, sus habitantes eran árabes, dedicados a la agricultura; posteriormente, el Cristianito “colonizó” esas tierras, ricas en olivos.

    Al transcurrir del tiempo, a un ingeniero catalán le encargaron la construcción del ferrocarril; pasó mucho tiempo viviendo en la costa, se enamoró de ella; tanto es así que le construyó una villa a su mujer. Pronto se trasmitió la en la alta sociedad, y en poco tiempo se construyeron más villas.

    Las gentes de menos posibles también levantaron sus chales, y la zona se dividió en tres barrios: “Corte Celestial”, “Limbo” e “Infierno”. En este último veraneaba la clase más pudiente.

    En aquel entonces se tenía la costumbre de ponerle a la villa el nombre de la señora de la casa; así tenemos villa María, villa Rosalía, villa Carmen. Los jardines eran amplios, representaban el nivel social de la familia.

    Entre las tres zonas había una cierta rivalidad, en el barrio del “infierno” residían las familias más importantes, celebraban fastuosas fiestas en la que todo estaba permitido… escandalizando a los otros dos barrios. A parte de esto, el pueblo autóctono de Benicasín no veía con buenos ojos aquella sociedad ficticia y ostentosa.

    Al estallar la Guerra Civil las familias poderosas huyeron y los milicianos ocuparon las villas; El Voramar se convirtió en un hospital, y en un Centro Intelectual de izquierdas, donde hasta se daban clases de español a aquellos milicianos extranjeros que vinieron a luchar por la libertad de España. Resulta grato imaginar que Benicasim fue un remanso en la Contienda Nacional, en el que los excombatientes de la libertad tenían su retiro de paz.

    Y los años pasaron, el turismo de los sesenta y setenta convirtieron la costa en un nutrido grupo de apartamentos, construidos sin ningún tipo de normativa; en aquel tiempo solo importaba ganar dinero.

    Muchos recordamos nuestra juventud, los paseos con nuestros padres, aquel chiringuito de las sardinas asadas, las discotecas de moda de los 80, aquellas amistades de Madrid, y tantas cosas que no podremos olvidar.

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