Fiestas, alcohol y carreteras
En estas fiesta tan típicas de comidas con la familia, los compañeros de trabajo y amigos, resulta lógico que el alcohol esté presente; ya es parte de nuestra cultura, y de otras; por desgracias algunas personas no tienen medida con el alcohol, y la carretera supone un riesgo para los conductores irresponsables.
Son días de alegría, de celebraciones, pero también hay que llamar al sentido de la prudencia; cualquier acto temerario producido por el alcohol puede traer malas consecuencias. Puede cambiar la vida de una persona, quedarse discapacitada o incluso la muerte.
En las comidas familiares se favorece el inicio del alcohol por los menores, una costumbre demasiado arraigada en nuestro país, cuando no se debería tolerar hasta los 18 años; pero todos hemos sido niños, y aquella gracia de niños nos gustaba.
En las pandillas no puede faltar la litrona, ya es algo indispensable en las reuniones juveniles; con las personas moderadas no hay inconveniente, el problema viene cuando un sujeto no se sabe controlar, tiene algún contratiempo y se refugia en la bebida.
Lo peor es cuando nos hemos tomado dos o tres copas de más y cogemos el volante, no solo ponemos en peligro nuestras vidas, sino las vidas de los demás; es más bien una cuestión de sentido común.
Esto es una triste realidad que estamos viviendo, y desgracia no es solo en esta época; si miramos las cifras de noviembre de este año es de 1038, mientras que en el mismo mes del año pasado fueron 1036; son dos cifras muy parecidas que tenemos que rebajar a toda costa.
Se puede disfrutar de la fiesta, de la comida, de la familia; ¿y porque no? Del alcohol; pero siempre en su justa medida, con moderación. Pensando que si nos pasamos un poquito podemos causar daño y nos podemos herir a nosotros mismos.