La energía, un elemento necesario

Las personas del siglo XXI, que trabajamos en despachos y oficinas utilizamos el ya imprescindible ordenador y otros aparatos; estamos tan acostumbrados a ellos que ni siquiera nos paramos a pensar cómo funcionan.

La electricidad la consideramos como algo normal, siempre está ahí, nos creemos que nunca falla pero cuando esto ocurre, todo queda paralizado.

Los informes se amontonan, la contabilidad se detiene, y el jefe con una alteración más allá de lo normal. Sí, no nos acordamos de esos bienes tan preciados como la electricidad, Internet o faxes…

Algunos, nos acordamos de nuestra infancia, cuando era habitual los apagones, y siempre teníamos a mano el Petromax que ahora ni se utiliza para los camping, o las socorridas velas que aún se guardan en algunos hogares para estos incidentes; porque sí, esto aún puede pasar y pasa.

Es penoso cuando uno está redactando un informe y se produce un corte de fluido eléctrico, gracias a la técnica en los nuevos aparatos se puede recuperar el trabajo realizado; y es que hoy los ordenadores y otros aparatos están muy bien equipados.

Sea como fuere, sería desastroso para una ciudad de quinientos mil habitantes un suceso de tal magnitud; no es el guion de una película, puede pasar, y de hecho ha pasado; ya no hablamos de los artilugios de las oficinas, sino de toda una ciudad, donde hay comercios y un sinfín de servicios.

Los hospitales disponen de unos equipos electrógenos capaz de suministrar energía suficiente para las eventualidades que se pudieran ocasionar en una gran urbe.

No damos importancia a un elemento cotidiano, que pasa desapercibido, pero que está ahí, que es necesario para nuestras vidas; no solo en la oficina, también en el hogar.

Por ello, se debe hacer un uso racionalizado de la energía eléctrica, y pensar que cuando nos falta se paraliza todo; si somos un poquito más racionales valoraremos el bien que tenemos con la luz; hay otras fuentes de energía que ya están en práctica, como la energía renovable, pero la tradicional siempre se impondrá por razones económicas.