¿Y donde está el cuerpo?
Hace algunos años que Marta no está en el Reino de los Vivos, el presunto homicida cumple condena en silencio, consintiendo que la Justicia de “palos de ciego”; demostrando un gran cinismo.
Las excavaciones prosiguen aquí y allá, sin obtener ningún tipo de resultado, los medios que se disponen son de alta tecnología, y siguen sin haber resultados; las tretas del “chavalín” sacan de quicio a cualquiera, se ve que “el niño” solo tiene derecho a los Derechos Humanos, y no tienen derecho a estos, ni los padres de Marta, ni sus amigos, ni la sociedad en general. ¿En qué mundo estamos viviendo?
No nos podemos quedarnos callados ante un cuerpo que no aparece, y ante un criminal que se ríe de la Justicia; no puede ser que unos pandilleros imberbes tengan conocimientos técnicos para hacer desaparecer un cadáver, algún mayor con conocimientos médico-forenses ha tenido que intervenir, ¿Por qué? Basta ya de tomar el pelo a la Justicia, ¿o ese personaje negro está dentro de la Justicia?
El País no se puede permitir malgastar capitales públicos excavando fincas, registrando vertederos y demás… que el gallito cante ya.
La familia se muestra indignada ante la decisión de paralizar la búsqueda, y toda clase de averiguaciones sobre el suceso, algo que le duele a uno; sí, la crisis afecta a todos y hay prioridades más importantes en este momento que averiguar dónde está el cuerpo de una humilde adolescente, que quizá murió por amor.
Tal como se van desarrollando los acontecimientos, este caso no tiene pinta de resolverse, la familia no tiene posibles, y el pueblo aunque es solidario, apenas tiene para acabar el mes.
Con este panorama el caso Marta del Castillo quedará guardado en un cajón, esperando que algún policía audaz decida reabrir el caso con permiso de la Justicia, dar con los restos y que estos descansen en paz: todos deseamos ese momento por el bien de la familia y por el de la sociedad.
