Discriminación en el Grao de Castellón
Como cada año por estas fechas Magdaleneras, mis compañeros y yo, acompañados de una decena de monitores, fuimos al Grao a disfrutar de una mañana primaveral y de unos refrescos.
Al llegar al bar habitual, se dice que no podíamos juntar las mesas, como es nuestra costumbre, porque “esperaban a clientes”; probamos fortuna en otro bar y nos hicieron lo mismo; después de tanto dinero que les hemos dado a ganar, después que los compañeros que pueden ir solos, van todos los fines de semana y hacen un buen gasto.
Dicha humillación no se entiende, y menos en un día festivo, que nos hubiéramos dejado ochenta Euros lo menos; vaya bares, se ve que les sobra el dinero y se permiten el lujo de perder nuestros ochenta Euros.
No se puede tratar así a las personas con discapacidad, somos fuertes y con ganas de luchar por nuestros derechos. No, no queremos privilegios, pero tampoco queremos que se nos trate como ciudadanos de segunda; somos personas, clientes y se nos tiene que tratar como a tal.
Atrás quedó el tiempo de no salir, de quedarnos en casa; ahora vamos a combatir, a luchar por un trato justo, sin discriminación; sabemos que los vecinos del Grao han repudiado han repudiado el acto.
Quizá ellos no piensan que pueden tener un accidente, se pueden quedar en silla de ruedas. ¿Entonces que? Uno está más que enfadado ante esta humillación, que nos quema las entrañas, cuando nos conocen desde hace tiempo.
No, no se puede consentir tal villanía, por decirlo a lo fino, de unos ineptos sin corazón, que no saben ni llevar su negocio, espantando a unos clientes seguros y fieles, tal hecho no quedará en el olvido. ¡Que se preparen!