El fin de la Culebra y el Hacha
España y una generación de esta, hemos crecido con el temor a tres letras, esas siglas, que significaban muerte, sangre, secuestros; y la mente de un niño creía que era por odio a un dictador; tras su muerte los crímenes seguían; empezamos a tomar odio a una parte del país que sufría ese cáncer.
Las atrocidades de aquellos desalmados quedaron en nuestras mentes, nunca podremos olvidar a tantos Guardias Civiles muertos, a las huérfanas y huérfanos que quedaron sin padre, a las extorsiones de empresarios, a los secuestros; no, eso se puede olvidar, son hecho demasiado crueles para pasar página.
El recuerdo Hipercor sigue vivo en las mentes, aún se recuerda aquella mujer llena de sangre, o los atentados de las Casas Cuartel; han sembrado mucho dolor como para borrarlo de la noche a la mañana.
Las nuevas generaciones de aquel territorio de España desconocen el error vivido, según una encuesta de la Universidad de Deusto; algo que cruje el alma; que no conozcan lo que hemos tenido que sufrir por algo que nació y lo sufrieron allí; esa encuesta debe estar equivocada o trucada; semejantes hechos no se pueden ocultar de padres a hijos.
Y los presos, los presitos, se les han dado la opción de emitir comunicado, de querer estar cerca de sus mamás... ¿por qué Dios? ¿Porque? Después que han derramado ríos de sangre, uno se queda perplejo ante esas libertades que no tienen por qué tenerlas.
Han creado alarma social durante cuatro décadas, han puesto a nuestro País a la altura de los Países conflictivos; y ahora los niñitos piden perdón a una sociedad herida, que hemos sufrido con cada tiro y con cada gota de sangre.
Uno duda si merecen el perdón, pero celebra el cese de la violencia, que no haya más víctimas, que la paz reine en nuestro país; que aquella tierra vuelva a tener buena fama; porque se compone de mujeres y hombres que desean la paz.