Es hora de los moderados

Dice el refrán que en el término medio está virtud, pero en estos tiempos de política a golpe de tuit, de sentimiento y de posturas irreconciliables, los moderados han caído en el olvido. Y no, no nos equivoquemos, moderación no es 'parlem' o diálogo porque sí. Moderación es respeto a la Ley, y dentro de ella, diálogo. El lector avispado ya se ha dado cuenta, estamos hablando, como casi todo el mundo últimamente, de Cataluña.

En estos tiempos de desasosiego político se requiere la calma y el temple que años atrás faltaron y que llevaron a España al desastre. La joven democracia española se encuentra ante el que seguramente es, por el momento, su mayor desafío político. Sin olvidar las terribles consecuencias que movimientos armados y totalitarios como la banda ETA provocaron no hace tanto. Es por ello que, ante el discurso de los sentimientos y la bandera, no cabe hacer uno igual pero desde la orilla contraria. Hay que hacer el discurso de la moderación.

Este discurso bebe, indudablemente de la Ley y el respeto que se le profesa en una sociedad verdaderamente democrática y avanzada. Beben también los moderados de los datos empíricos, esto es, de saber y contar los costes de la independencia. Hablar de empresas, de bienestar, de Europa, de libre circulación, de conexión con el mundo.
El discurso moderado no puede, sólo, quedarse en la bandera y el cántico, debe convencer, ilusionar y ofrecer un proyecto de vida en común que garantice los mismos derechos y oportunidades a todos los españoles, sean de donde sean y vivan donde vivan.

¿Será posible, algún día, que tengamos un verdadero debate político apartado de relatos históricos, venganzas, banderas y palmadas al pecho? Que así sea, es tiempo de moderados.