La orfandad del centro
Somos muchos los españoles que nos consideramos de centro. A los que nos gusta hablar un lenguaje de moderación. Que rehuimos de la confrontación y la crispación, y nos sentimos cómodos con representantes que hacen del diálogo y la concordia su bandera. Personas de diferentes generaciones que –dependiendo de la fecha de nacimiento- hemos podido votar a formaciones políticas como UCD, CDS o, más recientemente estos últimos años, a Ciudadanos (C´s). Que añoramos al presidente Adolfo Suárez y su talante. Que creemos en que la concordia fue posible y soñamos en que pueda volver a serlo. Por el bien de nuestro país.
El próximo 23 de julio la ciudadanía estamos llamados a las urnas para elegir a los diputados y senadores que regirán los designios de nuestro país. Y por primera vez en mi vida, no sé a quién votar. No tengo opción centrista en la que poder confiar. PP y PSOE, que hace varias décadas moderaron sus discursos en busca del voto centrista, han extremado sus políticas en aquellos gobiernos en los que dependen de Podemos y de VOX para gobernar. Las tendencias que vemos en las encuestas deja patente que, cualquiera de los dos bloques, para poder gobernar el país, va a necesitar apoyos de los más extremistas y nacionalistas radicales. Una vez más dos Españas donde una hará política contra la otra. Desde el rencor y poniendo énfasis en aquello que nos separa, olvidando lo mucho que nos une. Y algunos, directa y tristemente, tratando de romper el marco constitucional que nos une y que reconcilió en el 1978 las dos Españas.
No es alternativa votar a los que se han esforzado, durante tanto tiempo y con artimañas, en hacer que los proyectos de centro desaparezcan de las instituciones españolas. Unos detrás de otros. La historia se repite. No podemos blanquear sus malas artes, ni premiarles. Además de que históricamente han fallado a nuestros municipios cuando han tenido responsabilidad de Gobierno, incumpliendo sistemáticamente sus compromisos.
Los centristas hemos de hacer un esfuerzo importante, los próximos años, para poder ofrecer una alternativa de centro, moderada, centrada en los problemas de la gente… en las elecciones venideras. Una opción que tenga posibilidades de ser decisiva en la conformación de gobiernos y que centre/modere a los grandes partidos y sus políticas. Que excluya a los extremos. Y que condicione que se gobierne para todos y todas, sin excepciones. Este 23 de julio, ante la falta de una papeleta centrista en nuestra circunscripción provincial de Castellón, muchos seremos los que, huérfanos de centro auténtico, votaremos en blanco. Con pena, pero no hay alternativa mejor que nos haga votar en conciencia y con convencimiento.