Tiempos pasados siempre fueron mejores… ¡y olé!
¡No!, no me estoy burlando, Dios sabe que no. Pero sí me pregunto; ¿Valió la pena? ¡Tanta sangre! ¡Tanto sufrimiento! Y no me vengan ahora con tiranía y democracia, buenos y malos.
Nadie es perfecto. Yo… mucho menos. Siempre me consideré Católico, Apostólico, Valenciano. Jamás fui ateo. (Tan soberbio no soy.) Así es que al crecer me acomodé en “agnóstico”.
Todo iba bien hasta que un buen día, consultando el Diccionario de la Real Academia, me tropecé con la palabra en cuestión. AGNÓSTICO- Posición filosófica que declara el Absoluto (Dios y lo sobrenatural) inalcanzable para la razón humana.
Ahí empezaron mis dichas y desdichas. Como nuestros Primeros Padres fui tentado por la jugosa manzana y… caí. Durante algún tiempo anduve a los tumbos con aquello de “Ser o no ser,” Hasta que al final descubrí, que Dios, o como gusten llamarlo, siempre estuvo y está en mi corazón. ¡Ojo al Cristo! Una cosa es tener a Dios en el corazón y otra muy distinta es creerse un dios.
Andamos bien. ¿Creerse un dios? ¿Ser inmortal? Los cementerios están llenos de inmortales; el infierno, de dioses, y la Tierra, de gentes que no sabe lo que quiere y menos lo que necesita.
Sirva este sinceramiento como preámbulo al tema que hoy nos ocupa y en el que, posiblemente sin proponérmelo pueda herir suceptibilidades.
Libertad, independencia, idioma
La libertad, no se compra en la panadería ni se consigue en el campo de batalla. La libertad es un equilibrio tan personal e intimo que pocas personas pueden alcanzarlo. Ni siquiera lo intentan, si ello implica un renunciamiento personal. ¡Vivan las caenas!
Independencia. En este Mundo tan dependiente y globalizado, hay que ser muy ignorante, egoísta o caradura para sostener tal quimera.
No creo que una línea tenga la suficiente fuerza para separar a un pueblo del vecino.
Axina es que, nois, xiquets, es bo que anem prenen nota, si no volem ser estraxers en la nostra própia terra.
Idioma. Respecte i estime en mol als catalans y a catalunya per ofendrels. Som rames del un mateis tronc i nos mutrim de les mateixes arrels. Pero tingem la festa en pau, Vosatres sou els pares de la butifarra en monxetes y mosaltres de la paella y de la fideuá. Res que vore. Si yo le hubiera dicho a mi abuela en Paz Descanse, ávia; Aún estaría corriendo.
Una lengua no se crea, ni muere, ni renace. Es un cúmulo de vivencias que se funden y refunden en la que con certeza al final será la única lengua. La Universal.
Seguramente mi última palabra será ¡Mare! y no ¡Madre! Pero… perdonam, Josép. Ante el castellano hay que sacarse el sombrero por ser un idioma vivo, abierto y universal. Que no necesita de España, para seguir siendo español.
¡Mire que voy! precisaba un motivo y usted me lo está brindando. un abrazo