De las prejubilaciones a las postjubilaciones
En este peculiar país llamado España, vamos siempre moviéndonos como los péndulos de movimiento continuo, de lado a lado, sin poder encontrar nunca el deseable equilibrio en su punto medio.
Llevamos bastantes años viendo como especialmente en las entidades financieras, amigos y conocidos se prejubilaban al alcanzar poco más de los cincuenta años, es decir como mínimo diez años antes de llegar a la edad de jubilación establecida en los 65 años.
También en la función pública, había jubilaciones anticipadas dentro de un marco legal, que permitía con no tanta anticipación, disfrutar de la jubilación pocos años antes de llegar a la edad establecida.
Era algo así como “el sueño de una noche de verano” poder encontrar los resquicios oportunos, para disponer de nuestro tiempo sin tener que asumir un excesivo costo económico en nuestras percepciones económicas, al llegar a una joven madurez.
Ese beneficio no lo disfrutaron nuestros padres, ni siquiera lo podrán saborear nuestros hijos, ya que el origen y el final tendrá lugar dentro de nuestra propia generación.
Eso si, los nacidos entre 1940 y 1955 lo habremos vivido en su plenitud, en tanto que los nacidos después de 1960 ya no lo tendrán tan fácil, y muy probablemente sean las primeras víctimas de un sistema tan tolerante.
Cuando con una mezcla de incomprensión y envidia, yo solía argumentar con algunos amigos que se acogieron a esas prejubilaciones, preguntando quien y como iba a correr con las cargas sociales de sus prejubilaciones, siempre se me respondía que las instituciones financieras para las que trabajaban, tenían un sistema de provisión de fondos, para cubrir sus contingencias hasta llegar a la edad de jubilación normalizada.
Los funcionarios públicos tenían unos condicionantes legales determinados si querían acogerse a las jubilaciones anticipadas.
Pero con la llegada de la crisis, parece ser que todo ese entramado del que ni se habla ni se quiere puntualizar, queda en entredicho.
Imagino que todas esas provisiones de fondos para atender las contingencias de los prejubilados se han desvanecido, como han desaparecido como por ensalmo tantos y tantos miles de millones de euros, que hemos tenido que pagar o estamos pagando todos los españoles con nuestros impuestos.
No estoy culpando a ninguno de los prejubilados, ya que a nadie le amarga un dulce, y todos ellos se acogieron a una posibilidad que las leyes les brindaron.
Pero si que denuncio una vez más, la torpeza y mala gestión de una clase política, que nunca se planteó la posibilidad de que ocurriera lo que en estos momentos estamos viviendo.
Y como consecuencia inmediata, los errores de una generación, los pagará la siguiente.
Si antes se nos permitía jubilarnos legalmente bastantes años antes de llegar a la edad establecida para hacerlo, en un “rizar el rizo “ de un Estado de Bienestar con el que se llenaban la boca todos nuestros responsables públicos, ahora el péndulo pasa de largo y va a obligar a nuestros conciudadanos, a seguir al pie del cañón trabajando lo quieran o no lo quieran de momento hasta los 67 años, y no sería de extrañar que se prolongara hasta los 70 en un corto espacio de tiempo, si se quiere mantener la sostenibilidad del sistema.
De un sistema absurdo e irracional, por el que uno no percibe durante su jubilación la percepción económica en función de lo cotizado durante toda su vida laboral, tras capitalizarse sus aportaciones, como ocurre en todo el mundo.
Lamentablemente, el mundo laboral actual, con sus aportaciones nos paga nuestras pensiones, y cuando llega un momento en el que acumulamos mas de seis millones de parados, y apenas quedan poco más de 16,5 millones de españoles como cotizantes activos de la Seguridad Social, resulta que con las aportaciones de estos señores, es muy difícil poder subvenir a las necesidades para poder disponer de una vida digna a los mas o menos 45 millones de habitantes que tiene España en estos momentos.
Analizando objetivamente estas cifras, me río de todas las previsiones que ha llevado a cabo el Gobierno de Rajoy, vendiendo el mismo humo que vendía un Zapatero, uno en forma de” brotes verdes”, y el otro de una “esperanza desesperante”, en el horizonte del 2015.
Muy largo plazo es ese, si no se solucionan los auténticos problemas.
Mientras no desmonten toda la infraestructura innecesaria de un Estado hinchado, saneen y rentabilicen todos los recursos que se dedican a su funcionamiento, y se dediquen todos los fondos que se ahorren por estos medios a la creación de puestos de trabajo productivos y a acabar con una economía sumergida que se multiplica día a día, seguiremos hundiéndonos en la ciénaga de la corrupción y la ruina de España.
No puedo contraargumentar nada de lo que usted comenta, así que considere que, en términos generales, estoy muy de acuerdo con todo. Aquí en España, al tener confundidos y unificados el poder Legislativo y el Judicial, nuestros políticos que son los que los manipulan los dos, con su capacidad poner al frente de ellos a quienes ellos deciden, acaban por convertir el legales muchas situaciones injustas, y por eso pueden escapar indemnes de todas las barbaridades que han cometido. Es muy lamentable.....pero ES ASÍ.