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Por Miguel Bataller
Columna de Michel - RSS

A Paco Planelles: un amigo a quien no conozco personalmente

    En primer lugar, quiero que me perdones el atrevimiento de llamarte “amigo”, cuando ni siquiera nos hemos podido dar la mano o mirarnos a los ojos.

    Pero, después de leer tu libro, puedo asegurarte que, tal como me sucede en casi todas las autobiografías que analizo, me suelo meter tan dentro del mismo personaje que acabo por conocerle o, al menos, eso creo yo.

    Y, precisamente por eso, te voy a describir lo que he vivido contigo.

    Me he sentido un niño muy feliz en mi ignorancia por las calles de Burriana con tus “amigos del alma” y he llorado la pérdida de una hermanita en mi más tierna juventud.

    También yo la perdí en 1937, antes incluso de nacer yo.

    He cargado y descargado cajones de fruta en el “Born”, ayudando a mi padre, y me he acostado muchas noches agotado, pero feliz de ver cómo mis padres empezaban a superar las dificultades económicas, y me he levantado un día soliviantado y deseando que se murieran todos los políticos y funcionarios del Ayuntamiento de Barcelona, por habernos arrinconado en un rincón perdido del mercado, cuando disponíamos de uno de los mejores puestos, pagado con dinero de curso legal.

    Me he puesto tu primer traje gris y, con apenas 15 años, me he pavoneado por” Las Ramblas”, he vivido la inolvidable experiencia de mi primer trabajo retribuido como “chico para todo” y hasta he sonreído el día que vinieron a cerrarnos el tenderete inmobiliario de “engañabobos”, precursor de lo que ahora vivimos.

    He vivido tu incorporación al mundo de la encuadernación y me he bañado en el Mediterráneo, como lo hacíais vosotros al acabar la semana laboral, después de haber aprendido tan noble oficio, que te permitió más adelante ser un empresario en Uruguay.

    Crucé el Atlántico, dentro de tu piel, viví todas tus zozobras, me enamoré de Teresa, admiré a su padre…, y lamenté tener que dejarla, por incompatibilidad de inquietudes vitales.

    Me hice hincha del Nacional y me acordé en ese momento de mi buen amigo de otros tiempos, el “pichón” Héctor Núñez, que hizo el camino inverso al tuyo, en épocas muy iguales.

    Él vino a “hacer las Españas”, jugando a futbol, y luego entrenando, mientras tú “hacías las Américas”, trabajando de sol a sol, para darles todo lo deseable a tus padres y hermana.

    He querido como a un amigo del alma a Paco, ese ejemplar amigo que te abrió al mundo de la encuadernación en Uruguay y que, sin duda, habrá sido uno de los personajes más determinantes en tu vida.

    También yo tuve un “padre” con los mismos parámetros, que me descubrió el mundo de la industria de la iluminación.

    He reconocido en tu amigo Andrés a otro muy buen amigo mío.

    Aquel te metió en tu segunda profesión (yo diría en tu hobby), la agricultura y ganadería y, gracias al “embarque” en que te metió, ahora tú y tus hijos disfrutáis de haber conocido ese mundo y vuestras propiedades agropecuarias imagino que son,,a la vez, un sustento económico familiar y un solaz para vuestros descansos.

    Él te falló y vuestra amistad acabó en el pozo del olvido.

    Yo he tenido más suerte.

    Mi amigo (que no se llama Andrés, sino Enrique), pese a todas las diferencias y distanciamiento que hubo en su momento, supo tener paciencia conmigo. La amistad y el sentido común se impusieron al amor propio y al egoísmo. Conservamos, nosotros y nuestros hijos, una amistad sanísima, después de haber seguido cada uno su camino y haber triunfado, en cierto modo, en nuestras vidas en paralelo.

    Nos vemos muy a menudo, pero tuvimos que dejar de ser socios para poder volver a ser buenos amigos.

    He pasado fines de semana contigo en Piedras de Afilar y en “El Amparo”, y he disfrutado de la ruta de los balnearios que une a Montevideo con Atlántida, Piriápolis y Punta de Este, como lo hice a mediados de los años 70.

    He comido en aquella vieja casa solariega maltrecha, con tu familia, y luego la he disfrutado totalmente acabada llena de terrazas y ventanas que me hacían ver el cielo, donde antes sólo podía mirar paredes ennegrecidas.

    He vivido todos tus anhelos y cada triunfo tuyo ha sido un triunfo mío. Cada desazón o conflicto que has sufrido, lo he sufrido yo.

    He conocido a Adriana, me he enamorado de ella y la he adorado y admirado, como lo haces tú. He gozado con los nacimientos de Teresa, Rocío y Juan.

    He vuelto a mis raíces en Burriana con Juan, he vivido tus alegrías y decepciones. Hasta, en cierto modo, he tenido mucha mejor empatía con tus raíces Planelles que con las Monsonis, sin saber el porqué. Me han resultado más cordiales y próximos, más como mi propia familia.

    He recorrido el camino, contigo y Juan Manuel, entre Burriana, Picaña y Carlet y, sin conocerles, he agradecido a todos tus primos su conducta contigo.

    Y, sobre todo, he odiado a los que, de una forma o de la otra (es decir los culpo a todos), desencadenaron una Guerra Civil, que acabó con la paz que te hubiera permitido crecer aquí, haber estudiado aquí y haber coincidido conmigo cuando vine en 1962 a esta maravillosa Burriana.

    Podríamos decir que yo llegué al marcharte tú, o poco después.

    Yo ocupé tu lugar y, en cierto modo, la vida, con todos los intrincados caminos por los que nos ha llevado, ha sido por fin generosa con nosotros.

    Tú tienes una familia admirable, pero lejos de tus raíces, mientras yo disfruto de la mía, más cerca de las mías.

    Pero ni a ti te enterrarán “en el Camí d´Almassora”, ni a mí en la partida del “Barranquet” de Carcaixent, aunque, sin duda, una vez que nuestros hijos decidan dónde debemos descansar, los dos haremos viajes frecuentes para reencontrarnos con nuestras raíces.

    Verás que tenemos tantas cosas en común que, por mucho que algunas nos hagan diferentes en la forma de sentir o de vivir, nos unen muchas más cosas de las que nos separan.

    Acabo de leer las declaraciones de Pepe Mujica (ex guerrillero Tupamaro), vuestro nuevo Presidente en su toma de posesión.

    Si mi olfato no falla, desconfía de él.

    No he conocido a un solo “guerrillero” que, puesto a Gobernante, haya solucionado ni uno solo de los problemas de su pueblo.

    Ni Fidel ni Ortega ni mucho menos Cháves (que más que militar es un “loco guerrillero”) han aportado nada bueno a sus países, y entraron con el mismo pie que Pepe, prometiendo servicios sociales y desarrollo para los menos favorecidos.

    Todos acabaron destruyendo el tejido industrial de sus países, condenando al paro y a la miseria a sus conciudadanos, y con sus propios bolsillos y patrimonios muy saneados.

    Ojalá me equivoque por tu bien, el de tu familia y, en general, el de todos los uruguayos, pero “no te fíes de las cebras…, que son burros en pijama”.

    El tiempo dirá.

    Un abrazo, Paco.

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    comentarios 3 comentarios
    miguel bataller
    miguel bataller
    06/03/2010 11:03
    con todo el respeto a Paco Planelles

    Mi querido amigo, la única convergencia entre El Quijote y Fidel, es el toque de locura que les caracteriza a los dos. Al Quijote "para desfacer entuertos" y a Fidel, para no haber dejado de crearlos en los últimos 50 años. Nuestro hidalgo caballero, buscaba solo el bien, ayudar a los débiles y luchar por la paz y el amor. Fidel, ha tenido sojuzgado, misero y maltratado a su pais, sin dejar que se oyera ninguna vo, que no fuera un eco de la suya. Quizas en Sierra Maestra, fuese un Quijote liberador, pero una vez liberó a Cuba de un sátrapa(Batista) se convirtió el mismo en el mayor de los sátrapas. Respecto a Pepe Mujica, tienes toda la razón, y solo el tiempo nos dará o quitará razones. No tengo ningún derecho a prejuzgarle, pero he querido anticiparme precipitadamente, haciendo un juicio de valor, profetizando. Un abrazo, y espero que comprendas, que no podemos opinar siempre igual, y eso nos enriquece a los dos, a cada uno con la opinión del otro.

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