Neoanarquismo y escrache
Por su forma de articularse y expresarse, y sobre todo por los métodos que vienen utilizando los promotores de este tipo de expresión popular, me traen a la memoria a una especie de neoanarquismo, perfectamente orquestado alrededor de una idea o situación totalmente injusta, pero rabiosamente legal.
Es decir que las victimas de los desahucios, están perfectamente legitimadas para tratar de defender sus intereses, y merecen todo el apoyo popular a favor de sus reivindicaciones, pero como diría Ortega y Gasset si viviera ahora….”no es eso, no es eso”, como lo dijo en su día, ante una situación mucho mas violenta e irracional, pero de un enorme parecido a esta.
Antes que nada esos “adalides de la justicia y de la defensa de los pobres y oprimidos”, tendrían que decirles a los 450.000 que según ellos han sufrido ya desahucios hipotecarios, que muy poco o nada se podrá hacer por ellos, ya que sería imposible legislar retrospectivamente, para que ellos pudieran beneficiarse de las nuevas Leyes que pretenden legislar desde la calle, o desde el vecindarios de los políticos que van a tener que votarlas, especialmente si son de derechas, como si los de izquierdas no tuvieran la misma responsabilidad al votarlas en el Congreso o el Senado.
Seguramente de hablar con claridad, en los próximos “escraches“ quedarían tres y el del micro, y por eso no les explican las cosas como son.
Me parece perfecto que se exija el derecho a ser oídos y a presentar todas las opciones que se quiera, dentro del marco legal vigente, y amparadas por el millón y medio de firmas, de las que dicen disponer, cuando con medio millón serían suficientes.
Estoy profundamente convencido de que la presente Ley Hipotecaria es una barbaridad incuestionable, que debía de haber sido abolida y replanteada hace muchos años, y así nos habríamos evitado todos los problemas que se han derivado como consecuencia de ella y de la inmoralidad y falta de profesionalidad de muchos políticos puestos al frente de las Cajas de Ahorros, y que han sido en gran medida los principales responsables de la barbaridad de conceder créditos hipotecarios a diestro y siniestro por un porcentaje que a veces llegaba a exceder el valor del bien hipotecado, y sin explicar a los clientes hasta donde llegaba su propia responsabilidad o la de sus avalistas, ya que no era aceptable la dación en pago, si el banco no la aceptaba.
Sin duda eso hay que cambiarlo, legislarlo y a partir de ese momento cumplir con la nueva Ley en vigor.
Pero como el desconocimiento de la Ley, no exime de su cumplimiento, el problema actual es de muy difícil solución, ya que o se hacen responsables los beneficiarios de las hipotecas, o tendrán que quebrar todos los nuevos bancos (antes Cajas de Ahorros) que difícilmente se mantienen en un equilibrio inestable ahora.
Y con ellos quebraría el sistema financiero español, y por lo tanto los perjudicados, ni iban a ser solo los 450.000 actuales, que firmaron sabiendo o sin saber lo que firmaban, sino todos los españoles, que de una forma u otra tendríamos que hacer frente a la quiebra del Estado, sin haber firmado nada, ni tener nada que ver con el problema de los desahucios, ni de las preferentes, ni del hundimiento del valor de las acciones.
Me parece mucho mas normal, que cada palo aguante su vela, y quienes suscribieron hipotecas sin saber los que firmaban, asuman sus responsabilidades, como las deben de asumir los que invirtieron en participaciones preferentes ante una rentabilidad bastante mayor que las que se daban a los plazos fijos, y como la han tenido que asumir los suscriptores de acciones de bancos que pasaron de valer muchos euros, a valer una cuarta parte o prácticamente nada, como en los casos de Bankia o del Banco del Valencia.
Lo que no podemos es pretender que nuestros propios errores nos los paguen los demás, y muchos menos que los paguemos con los impuestos de todos los españoles, ya que quienes compraron esos mismos pisos, a unos precios determinados y los vendieron al doble o triple de su valor, no han ido a ingresar sus beneficios a la Hacienda Publica.
Sé que se ha mal informado y abusado de gente mayor en el caso de las preferentes, y también sé que eran muy pocos los españoles que supieran que no era suficiente devolver el bien hipotecado para saldar la deuda hipotecaria pendiente, pero las cosas son como son, y las podremos cambiar de cara al futuro, pero nunca con efecto retroactivo.
Por eso llamo NEOANARQUISTAS, a quienes dice representar a toda esa masa ciudadana que se dedica a presionar, intimidar y atemorizar a los políticos que tienen que votar las nuevas Leyes Hipotecarias, pero sólo a los del PP, como si los del PSOE, no fueran exactamente igual de responsables por no haberlas derogado antes.
Defendiendo una idea y una postura justa y respetable, la forma de hacerlo les desacredita y les convierte en instrumento de una izquierda que parece que no exista para ellos, ya que aún no se ha producido ni un sólo “escrache” cerca de la vivienda de un político de izquierdas, y hasta hace poco mas de un año, y durante ocho fueron ellos quienes gobernaron, y no hicieron nada para cambiar las leyes.
Los ciudadanos tenemos la obligación moral y ética de movernos dentro de los parámetros legales establecidos, y tenemos la responsabilidad de saber a quien votamos para que legisle y administre, y dentro de esa legalidad vigente está el recoger medio millón de firmas, y presentar los argumentos que se quieran, pero no es de recibo la intimidación, presión, o linchamiento moral público al que están sometiendo a quienes ellos deciden, en razón de sus simpatías políticas.
Así empezaron los movimientos anarquistas a presionar en los años treinta, y así terminamos.
Siempre que no sea utilizado ni manipulado por algún partido político, cualquier manifestación fruto de la indignación popularme parece perfectamente normal, siempre que esta sea correcta, sin insultos y no molestando a terceros. Nuestro politicos se han ganado a pulso que les reprochen su manera de gobernar, su manera de comportarse y su manera de aforarse. Y si ese reproche tiene que ser delante de sus viviendas, bienvenido sea y que su familia y sus vecinos sepan que ese individuo, que parece un señor, no deja de ser un cortesano a las ordenes de unas instancias superiores y subordinadas a unos intereses que nada tienen que ver con la voluntad popular. Pero del dicho al hecho, en este caso hay un enorme trecho. Una cosa es plantarse delante de una casa y hacer una "cacerolada", como es el caso de los inventores argentinos del escrache y otra muy diferente es, parar el tráfico, llenar las paredes de pegatinas y llamar asesino o insultar el interfecto. Como siempre lo politizamos todo