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Por Miguel Bataller
Columna de Michel - RSS

Mirando hacia atrás… con pena

    Acabo de leer un libro que me ha trasladado 73 años atrás y me ha permitido revivir un testimonio histórico, aderezado con la adecuada dosis de contenido literario, para hacerlo ante todo un documento a estudiar y considerar para no tropezar dos veces con una piedra de idéntico tamaño.

    Se trata de la novela de Manuel Maristany “La enfermera de Brunete”.

    A aquellos lectores a los que les interesen los avatares de la Guerra Civil, les recomendaría de todo corazón que la leyeran.

    Carece de color político, y aunque en un principio de la sensación al referir los hechos, que el autor puede haber estado condicionado por las relatos escuchados en su entorno familiar o amistoso, y de los que no nos podemos sustraer los “hijos de la post guerra”, al final, cuando llega el desenlace, aparecen con la necesaria objetividad los “considerandos” tanto de los vencedores como de los vencidos.

    Se llega a la conclusión de que no hay mayor canallada que se le pueda hacer a una nación que enfrentar a sus ciudadanos sin más razones que satisfacer el “ego” político o nacionalista de quienes empiezan a permitir y alimentar el “caldo de cultivo” de las envidias, de los odios interclasistas, de los hechos diferenciales inventados en beneficio propio, para la obtención de los propósitos de unos desalmados egoístas, que serían capaces de vender a sus propios hermanos por un plato de lentejas.

    He encontrado multitud de paralelismos entre lo que se vivió en los primeros días del verano de 1936 y lo que nos están haciendo vivir ahora quienes nos gobiernan.

    Aquel Frente Popular, uniendo a nacionalistas de todo pelaje y condición, junto con toda la izquierda amontonada, sin diferenciación de ideologías ni principios, con el único objetivo de aislar al centro derecha de la CEDA, guarda un paralelismo importante con el “cinturón sanitario” firmado en el Pacto del Tinell contra el PP.

    Entonces, hasta la burguesía catalana (equivalente a la CIU de ahora) se mostró mucho más inclinada hacia el pacto de izquierdas, y fueron ellos, los burgueses catalanes, los primeros en sufrir los zarpazos del salvajismo ácrata, una vez los piquetes de la CNT/FAI o los comunistas del POUM iniciaron la caza y asesinato de los burgueses en Cataluña, tan pronto estalló el conflicto.

    Companys, President de la Generalitat, había alentado y estimulado desde su Gobierno el sentimiento de odio entre los anarquistas, comunistas e izquierdistas en general, y no sólo eso, sino que les suministró todas las armas para facilitarles sus tropelías.

    En poco tiempo perdió el control de la situación, y los mismos componentes revolucionarios empezaron a ensañarse y asesinarse entre ellos, pues ni los anarquistas toleraban el orden y la disciplina que trataban de imponer militares adictos a la República y los Comunistas, ni estos aceptaban la anarquía que querían imponer aquellos.

    Aun cuando la novela no pasa de ser una novela, aparecen situaciones y personajes reales que dejan entrever lo que fueron aquellos episodios que convirtieron en enemigos recalcitrantes y cargados de odios a conciudadanos que habían sabido llevar una vida muy normal pocos meses antes.

    Pues bien, viene todo esto a colación porque la conclusión es que “se les fue de las manos” al Gobierno de Cataluña en particular, e imagino a los de toda España en general, tanto de un color como del otro, y se puso en marcha la maquina de asesinar a rojos y azules, empujados por los más deleznables de los sentimientos:

    ODIO, RENCOR Y VENGANZA.

    Con la mejor voluntad de todos los españoles, a partir de 1975, por parte de unos y otros, se contribuye a tratar de olvidar y pasar hoja a los tres años mas lamentables de la Historia de España, y a decir verdad se tiene un tremendo éxito, y llegamos al año 2004, con las alternativas democráticas naturales en el Gobierno de España, pero con muy escasas referencias al conflicto civil.

    Lamentablemente para todos los españoles, en 2004, llega al poder nuestro “Presidente por Accidente”, y llevado de un odio ancestral, encuentra una rentabilidad política inesperada en resucitar esos sentimientos que habían permanecido aletargados o dormidos durante casi 30 años.

    No se dedica a Gobernar administrando, porque no tiene ni idea de Economía y Buena Gestión, y se dedica a enfrentar a los españoles, a desenterrar muertos y los odios que eso conlleva consigo, y a hacer “dogma de fe” de su republicanismo, ponderando la imagen de un abuelo que fue fusilado por los “nacionales”, al parecer por ejercer de espía para el bando republicano.

    Si leen el libro que antes les he mencionado, quizás podrán entender mejor como eran las cosas durante la Guerra Civil, y disculpar o inculpar a unos u otros con mejores elementos de juicio.

    De lo que no me cabe la menor duda es de que la culpa de lo que ocurrió no la tuvo nadie en particular y sí muchos en general.

    Unos permitiendo el desgobierno, la anarquía y el mismo crimen de Estado, esperando sacar rendimiento político de todo ello.

    Otros, sublevándose contra todos esos acontecimientos.

    Pero al final lo pagaron “un millón de españoles” muertos, ya fuese en el frente o en la retaguardia, a los que nadie les pidió opinión, ni siquiera se les facilitaron elementos de juicio para definirse a favor de unos u otros.

    Esperemos que errores pasados no se repitan, primero por el grado de educación y formación de los españoles de ahora, y segundo porque quien incurra ahora en los mismos errores que se incurrió entonces no podría alegar desconocimiento.

    La Historia no se lo permitiría, y quedaría para siempre como el mayor” TRAIDOR” a todos los españoles.

    Pero no me sorprendería que su ambición por llegar a ser el Primer Presidente de la Tercera República le empujara a esta nueva aventura.

    Las instituciones del Estado deberían de ejercer de garantes de los derechos constitucionales de todos los españoles, pero día a día esas instituciones pierden prestigio y solvencia, y están pasando a estar al servicio de un solo partido.

    Y eso sí es altamente preocupante.

    De este modo, no sé a donde vamos a llegar, y aunque soy un optimista visceral, en este aspecto… no puedo serlo.

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