elperiodic.com
SELECCIONA IDIOMA
Valencià
Por Miguel Bataller
Columna de Michel - RSS

A la memoria de Juan Blasco Chordá

    Como dicen unas precisas “sevillanas”, “algo se muere en el alma….cuando un amigo se va”
    Esa sensación se me ha quedado a mí, con la reciente desaparición de mi amigo Juan.

    Tuve la suerte y el placer de conocerle personalmente en el año 2001, cuando me vine a vivir definitivamente a Burriana, y solía verle frecuentemente tomando café por la mañana en el Centro España.

    Me incorporé a una “mesa de almuerzos”, que era de lo mas ameno y variopinto que he conocido en mi vida y, desde el primero, surgió una empatía muy especial entre nosotros, probablemente por lo diferentes que éramos y porque cada uno de nosotros veía en el otro, lo que él no era y le encantaría ser.

    Al menos por mi parte así fue.

    Nos separaban quince años, pero nos aproximaban muchas mas cosas.

    En aquella tertulia tan dispar como formativa, cabían todo tipo de opiniones, y todos sabíamos escuchar y tratar de entender a los demás, pero si había una persona siempre dispuesta a poner paz y concordia, esa era Juan.

    Tenía sus ideas, sus principios y sus convicciones, como cada cual, pero nunca trato de adoctrinar, sino de explicar, de exponer y de escuchar, in más finalidad que enriquecerse con los conocimientos o puntos de vista de los demás.

    Era un hombre de bien, incapaz de un insulto, de una falta de respeto o una desconsideración con nadie, presente o ausente.

    Respetaba a todo el mundo, por eso era tremendamente respetado por todos, y sus opiniones, siempre justas y ponderadas, era frecuentemente el punto de encuentro de todos los demás.

    Esa bonhomía, esa paz y serenidad que trasmitía, y ese saber estar, le hacían singular, y ser siempre bienvenido allá donde llegara. Le he visto pasar un calvario en vida, por sus afecciones cardíacas, y sin embargo nunca salió de sus labios la menor queja, ni el menor síntoma de amargura. Para él, se había convertido en parte normal de su vida, la hospitalización, y lo llevaba con una resignación admirable. Los amigos, cuando pasaban dos días sin verle de 11 a 13 por el Centro, ya nos movilizábamos, y procurábamos saber su estado de salud.

    Era como si nos faltara algo a los asiduos de cada día.

    La ausencia de Juan, nos dejaba huérfanos de su inestimable compañía, y como “adictos” a su sabiduría, teníamos que ir a visitarle a La Plana, y otras veces a la Fe y hasta creo que alguna vez al General de Castellón, para saber que estaba relativamente bien, y que pronto se reincorporaría a nuestro entorno diario. Era agradecido, como lo suelen ser las personas maduras, y daba pruebas de esa madurez en cada gesto, en cada palabra e incluso en cada gesto. Una sonrisa suya, era de las que “llenaban el alma”.

    Tenia un corazón tan grande, y se había entregado tanto a todo el mundo, que apenas le quedaba energía suficiente para latir en su pecho, y se paso muchos años, necesitado el cuidado de la medicina, y el cariño de su familia y amigos, para ser feliz. Ha sido un marido ejemplar, que no regateaba el menor esfuerzo para ayudar a su esposa, que ya tenia problemas artríticos desde hace muchos años, y Juan, a ritmo lento y pausado, era el vehículo de todo lo que no llegaba a poder hacer Finita.
    Hacia propios los problemas de estudios y conductas de sus nietos, y cuando hablaba de ellos, le faltan adjetivos calificativos para ensalzarlos, sin dejar por ello de ser objetivo con sus conductas. Según él, había tenido una suerte enorme con sus hijos, y con las personas que estos habían elegido, y eso demuestra una vez mas su calidad humana.

    Y cuando todas las personas de su entorno, estábamos convencidos de que un día, le mataría el corazón, agotado y harto de cambios de ritmo, surgió como asesino inesperado un cerebro, cansado de pensar demasiado, en como no hacer sentir mal a los demás. Y un derrame cerebral, se lo llevo en plena Semana Santa, como culminación de una vida religiosamente cumplidora, en la que su humanidad y su fe, fueron compaginándose alternativamente.

    Creía profundamente en Dios, y solía justificar a los hombres que le representaban.

    A las tres virtudes teologales normales, Fe, Esperanza y Caridad, él unía otra no menos importante, y a la que elevaba a la categoría de virtud, la Tolerancia.
    Querido AMIGO, quiero que estés donde estés,(que seguramente será en la proximidad de una tribuna de honor, cerca de Dios Padre), sepas, que tus amigos de todos los días, te vamos a echar mucho de menos, y que en los poco días que han pasado desde que te marchaste, ni uno sólo has dejado de aparecer en nuestras conversaciones, y al mencionarte ha salido siempre una sonrisa en los labios de Javier, Pepe, Juanma y en la mía propia, y hasta Felín y Víctor, se dan cuenta de lo importante que has sido para nosotros. A tu entierro, como verías desde el Cielo, no falto ni uno sólo de tus “adictos”, y tanto Paco Ventura, Juanma Traver y Severino Suarez, me han encargado que cuando te mandara la carta al Cielo, te pusiera sus mejores deseos, para asegurarme, que también allí tendrás a los ángeles y a toda la corte celestial, encantada con tu presencia.

    Un abrazo, y por favor, no nos olvides, y pídele a quien corresponda, que nos haga cada día mejores personas, y mas semejantes a ti.

    Elperiodic.com ofrece este espacio para que los columnistas puedan ejercer eficazmente su derecho a la libertad de expresión. En él se publicarán artículos, opiniones o críticas de los cuales son responsables los propios autores en tanto dirigen su propia línea editorial. Desde Elperiodic.com no podemos garantizar la veracidad de la información proporcionada por los autores y no nos hacemos responsables de las posibles consecuencias derivadas de su publicación, siendo exclusivamente responsabilidad de los propios columnistas.
    comentarios 2 comentarios
    marta
    marta
    22/04/2010 06:04
    ueli!

    magradaria poder escoltar el programa de radio q vau fer ja q no vaig poder escoltar-lo! podrieu facilitarmel? grasies!

    Subir