La Justicia española… y la voz de mi conciencia
Estaba recapacitando sobre qué tema a desarrollar en la presente columna, cuando de repente mi “Noor al Layali”, esa voz de mi conciencia que me orienta cuando me siento desorientado y me ayuda a elegir el camino más adecuado, me dijo…
¿Por qué no sobre la degradación de la Justicia española?
Nunca quise argumentar en contra de la Justicia, ya que si perdemos la fe en ella, es tanto como abrir las puertas al caos más absoluto, pero en las circunstancias actuales, quizás sea adecuado hacerlo… para evitar ese caos al que hago referencia.
Nuestro jueces de las más altas instancias, contaminados por las tensiones políticas que tratan de manipularles en beneficio propio, ya no son capaces de impartir justicia, en el más estricto sentido de la palabra, y sólo tratan de contentar a unos y a otros (de los colores políticos) olvidándose de los sujetos de su Justicia que somos lo ciudadanos españoles.
No se trata de ser justos, se trata de complacer a quien nos eligió.
Y hasta tal punto llega este absurdo sentido de la Justicia, que no son capaces de ponerse de acuerdo entre ellos, ignorando a la clase política, para poder articular de un modo sensato y coherente el Consejo Superior del Poder Judicial, de espaldas a quienes les manipulan… mientras no se me demuestre lo contrario.
En la sentencia del 11-M, al parecer, ese Yul Brinner justiciero, al que su esposa le ha dedicado “La soledad del Juzgador”, ha cumplido su papel a la perfección.
Tan es así, que ha recibido parabienes de los dos partidos mayoritarios, porque en cierto modo, les ha dado la razón a los dos.
Ni lo hizo ETA ni la Guerra de Iraq tenía ninguna influencia en el atentado.
Lo hicieron cuatro desgraciados, que pasaban por allí, sin recursos económicos y a los que se les olvidó apagar el móvil desde el que comunicaron que se iban a suicidar. Ellos volaron en micropartículas humanas, pero milagrosamente el móvil aún hoy sigue operativo, como han demostrado los periodistas de investigación de “El Mundo”.
En su torpeza, según he leído, cambian el número, reconocen su error, y el nuevo número que dice que era el correcto… también sigue operativo.
Vaya que en el Infierno tienen cobertura y pueden comunicarse con nosotros.
O quizas en el Paraíso, ya que al ser ellos jihadistas musulmanes, al matar en “guerra santa” a infieles, van directamente al paraíso, donde les esperan 50 vírgenes… y estos descastados asesinaron a unos 200 “infieles” y dejaron malheridos a más de mil.
Y los españoles tenemos que tragar estos sapos con una sonrisa complacida, ya que nos olvidamos de las víctimas sin pensar que las próximas podemos ser nosotros mismos.
Nos interesa más que los políticos salven el culo que saber la verdad, que quizás algún día se sepa, no gracias a la estricta aplicación de la justicia sino en base a que algunos periodistas, auténticos profesionales de la investigación, sigan hurgando en la herida y tropiecen con un JUEZ, en mayúsculas, que haya recuperado en sentido de la verdadera JUSTICIA, y decida de una vez por todas buscar la única verdad que se nos oculta ahora.
Mientras tanto, nuestro jueces seguirán discutiendo sobre si la esposa debe de escribir o no un libro, y sobre si éste debió de colaborar con ella e informarla, cosa que a mí no me parece ética, aunque no sea ilegal.
Da igual, mientras hablemos de esta “justicia rosa” no hablamos de lo injustos que han sido con las víctimas y la clase política sigue burlándose de nosotros y deteriorándoles a ellos y a su imagen pública, al menos de cara a los que sí nos preocupamos por la verdadera JUSTICIA, en mayúsculas.
Mi conciencia cada día se vuelve más intransigente, y es que los años no perdonan, pero espero y deseo que su voz, mi “Noor al Layali”, siga apareciendo en mis reflexiones nocturnas y me permita sentarme “al otro lado de la luna” para observar desde la distancia y con buena perspectiva todas las “absurdas verdades manipuladas” que nos quieren hacer creer… para poder denunciarlas.