¿Irresponsables… o delincuentes?

Yo si tengo para mi fuero interno, la “denominación de origen” de todos esos personajes y personajillos, que de una forma u otra se han enriquecido a la vez que han destruido el entramado financiero mas estable que había en España, que era el de las Cajas de Ahorros.

Casi la mitad de los ahorros de los españoles se canalizaban a su través, y al no tener que repartir dividendos entre sus accionistas (ya que no los había), colaboraban desinteresadamente en todas las obras sociales de sus áreas de competencia, con una filantropía absoluta, que era agradecida por los ciudadanos, confiándoles sus ahorros.

Bastó que llegara la “democracia sui generis española”, y que la casta política metiera sus zarpas en estas entidades a través de representantes municipales y autonómicos, para que en pocos años, “LAS JOYAS DE LA CORONA DEL SISTEMA FINANCIERO” se hayan convertido en un estercolero de detritus y deposiciones de unos cuantos desalmados, políticos ellos o marionetas del poder político, para arruinar a esas entidades, y con ellas, a todo lo que tocaban.

Estos “alquimistas políticos”, irresponsables o delincuentes, han convertido el oro en mierda para las sociedades que gestionaban, y su basura moral personal en oro, para sus propios patrimonios.

Y si esa ha sido la mecánica en todo el suelo nacional, aquí en la Comunidad Valenciana, el tema según lo reflejan los acontecimientos que vivimos, se han superado a si mismos.

Los gestores de BANCAJA Y CAM, en este master del absurdo, en este juego de los despropósitos, han superado todo lo inimaginable y todo el entramado financiero valenciano ha “desparecido por obra de magia”.

La CAM se regala al SABADELL por un euro.

BANCAJA escondiendo todas sus vergüenzas en su proceso de fusión, consigue unirse a CAJA MADRID, y sobrevive penosamente, convirtiéndose en BANKIA.

Pero si esos dos incidentes son lamentables y de una dimensión descomunal, lo que es imperdonable es lo que ha hecho BANCAJA-BANKIA con el BANCO DE VALENCIA, del que era accionista mayoritario con más del 35 % de su capital, y gestor absoluto, al compartir Presidencia en ambas entidades el Sr. Olivas.

Una entidad presidida por el (en su día) Honorable Olivas de cuya honorabilidad ahora me caben todas las dudas imaginables.

Era a la vez Presidente de BANCAJA y del BANCO DE VALENCIA, y se llenaba la boca de las excelencias de ambas, llamando al banco valenciano “la joya de la Corona de BANCAJA.

Y en un alarde de incoherencia, después de haber estado simultaneando ambas presidencias durante años y cobrando sus correspondientes honorarios, pocas fechas antes del “entierro del Banco de Valencia” se fue del mismo por la puerta de atrás, argumentando que ambos cargos eran incompatibles.

Si lo eran, claro que lo eran a la hora de asumir responsabilidades, pero no lo fueron antes a la hora de cobrar sus estipendios puntualmente.

Ahora con el Banco en la UVI que tiene preparado el BANCO DE ESPAÑA (otro nido de irresponsables o delincuentes) para las entidades arruinadas, BANKIA que es la nueva accionista mayoritaria del Banco de Valencia, se lava las manos y está decidida a perder el valor de su participación en el Banco de Valencia, abandonando a su propia suerte a los demás accionistas de la entidad.

A los pequeños accionistas del Banco de Valencia, se nos amenaza con proceder a una “operación acordeón” en el proceso de venta del banco, dejando el valor de sus acciones reducido al cero absoluto, para entregar unos activos de 23.000 millones de euros en una actuación que huele tan mal, que no es creíble.

No parece imaginable que unas acciones de un banco que hace un año ganó más de 300 millones de euros declarados, hoy no tengan ningún valor, con unos activos tan importantes y un fondo comercial en nuestra Comunidad de un valor indudable.

Por difícil que sea la realización del patrimonio inmobiliario del banco en estos momentos, nadie puede creer tanta incapacidad de gestión, por lo que no queda mas remedio que pensar en la “mala fe” de los gestores, y la absoluta inutilidad de los servicios de Inspección del Banco de España.

Yo siempre responsabilizo de todas esas artimañas a sus dos únicos responsables:

1) Al que las comete (en este caso el Sr. Olivas y sus equipos de gestión en Bancaja y en el Banco de Valencia).
2) A quienes tenían la obligación de Inspeccionar y Auditar a las dos entidades financieras, y o no quisieron hacerlo, o lo hicieron mal, es decir a un Banco de España, que se hizo el D. Tancredo, sin asumir su labor de control.

En mi opinión el Banco de Valencia, fue utilizado y manipulado por los gestores nombrados y manejados por Bancaja, como el “basurero” de todas las operaciones más dudosas y por eso ahora está como está.

Por lo tanto como pequeño accionista del Banco de Valencia, tengo todo el derecho del mundo a quejarme, a exigir responsabilidades tanto al Sr. Olivas, como a D. Miguel Angel Fernandez Ordoñez, a no vender mis acciones y a que me expliquen detalladamente todo el proceso de descomposición del “único banco valenciano”.

Si no me convencen, acabaré empapelando mi despacho con los títulos de propiedad de las acciones del banco, pero no sin gritar a los cuatro vientos que no descansaré hasta no ver a todos estos señores juzgados y condenados, o al menos condenados por el clamor popular, por lo incapaces o desvergonzados o corruptos o ladrones o inmorales o cualquier otro calificativo que merezcan, pero al menos que me digan….cual es el que debo utilizar, para no equivocarme.

Ese es el sentimiento de un ciudadano español, que lleva más de cinco años quejándose de la intolerable indolencia y actitud de un Gobernador del Banco de España, que ha sido incapaz de cumplir son su obligación, o de dimitir de su cargo.

Y he acabado por ser una victima más de esa incapacidad e indolencia.

Esperemos que al Sr. Rajoy se le abran los ojos, y le fulmine a la mayor brevedad.

Y esperemos también que “las grandes familias históricas” del Banco de Valencia, lleven a buen término sus gestiones con Banca Mare Nostrum, a fin de conservar el Banco de Valencia en nuestra región con su red comercial y su infraestructura, y poder reflotarlo sin tener que regalárselo a nadie.