Incentivar "la excelencia de la enseñanza"
Mi interés por el tema, viene dado porque por vez primera en mucho tiempo, Esperanza Aguirre parece tener decidido el llevar a cabo el proyecto de recoger en un solo Instituto de Enseñanza Secundaria, a todos aquellos alumnos que superen un nivel determinado de nota media en sus cursos respectivos, imagino que para que desarrollen sus capacidades en un ambiente homogéneo, en el que no se vean discriminados, y además tengan la motivación de ser “mejores entre muy buenos”.
Es una idea que estoy seguro que va a generar mucha polémica, ya que habrá quien entienda que ese es una verdadera discriminación, al sacar a los jóvenes de su entorno inmediato natural, y querer convertirles en “especiales”, y otros como yo pensamos que es el mejor modo de motivar, estimular y desarrollar todas las capacidades de cada uno de ellos, en un ambiente de sana competencia, y en el que en principio no parten con ninguna ventaja, ya que todos son gente muy inteligente.
Digamos, que desde mi punto de vista el estudiante perfecto, es aquel que SABE, QUIERE Y PUEDE, pero lamentablemente no es fácil reunir los tres condicionantes en muchos estudiantes.
En mi opinión, este proyecto de lo que trata es de que “todos los que Sepan y Quieran, Puedan”.
Al menos así lo interpreto yo, y espero que esa sea la forma de llevarlo a cabo.
Desde tiempos del franquismo, ha existido el sistema de Becas, pero con el tiempo se han ido relajando las exigencias.
En mi juventud, para conseguir una Beca, debías de presentar un expediente académico impoluto, con una nota media elevada.
Hoy no es ese el caso, y no son pocos los casos de becarios con un expediente académico que en nuestros tiempos se hubiera considerado mediocre.
Con ese proyecto, imagino que se quiere volver a premiar la “Excelencia” que ha ido cayendo en desuso, en la misma medida que se ha podido pasar de curso con varios suspensos, cosa absolutamente impensable en los años sesenta.
Lo he comentado con algunos amigos de una forma intrascendente antes de decidirme a escribir mi columna, y me ha sorprendido que son más los que valoran negativamente la idea, que aquellos que la aplauden.
Pero como soy muy reacio a renunciar a mis propias convicciones, no he querido quedarme con la duda, y por eso quisiera conocer la opinión desinteresada de mis lectores, para ver quien es el equivocado.
Como argumento de peso en defensa de mi opinión (coincidente por cierto con la de la Sra. Aguirre) quiero que vean esta iniciativa, como un nuevo sistema de Becas, destinado exclusivamente a la protección de los mas dotados para el estudio, que tengan voluntad de superarse y carezcan de medios para poder desarrollar en un entorno adecuado esas facultades.
Es decir, evitar que se desperdicie en alguna medida, un capital intelectual que debidamente encauzado pueda convertirse en un recurso muy importante para su futuro y el de sus conciudadanos.
En las sociedades anglosajonas y teutonas, son bastante frecuentes las empresas “cazadoras de talentos” en las Universidades, que son debidamente subvencionados durante su educación, con el único objetivo de tenerles disponibles cuando culminen su formación, y encauzar su futuro dentro de empresas que patrocinan y financian a dichas empresas de cazatalentos.
En este caso, se trata de realizar la misma misión de protección de la inteligencia, pero sin privatizarla, y en el escalón inmediatamente anterior, es decir en la Enseñanza Secundaria, de forma y manera que no se pierda en esa fase de la formación ni un solo estudiante que tenga ese potencial, por falta de medios o incluso por no moverse en un ambiente lo suficientemente motivador, como para permitirle “dormirse en los laureles”, sin explotar al máximo todas sus capacidades.
De esta forma, estoy convencido que no se formaría un “gueto” de personas superdotadas, sino un grupo homogéneo de jóvenes, dispuestos a competir por superarse día a día, sin dejar por ello de ser jóvenes, con las mismas aficiones y tiempos de diversión propio de la gente de su edad, pero con un sentido de la responsabilidad y de la superación, que la sociedad actual no les facilita, por los usos y costumbres en los que se mueve.
Les resulta tan fácil y cómodo ser los mejores en sus mundos actuales, que no ven necesaria la cultura del esfuerzo y del sacrificio, para crecer día a día, y en ese entorno estudiantil y con esos argumentos, es poco menos que imposible sacarles todas las capacidades que llevan dentro.
Para llegar a este criterio, he mirado hacia atrás, y en mi circulo estudiantil y amistoso, tanto en Carcaixent, como incluso aquí en Burriana, veo casos palpables de personas que si hubieran dispuesto de esas posibilidades, hubieran podido brillar con luz propia en el mundo en el que se hubieran movido, y ahora son ciudadanos anónimos, quizás muy felices, pero que no han podido devolver a la sociedad ese “ciento por uno” que hubieran podido devolver sin ningún problema.
Se han quedado con el “uno” con el que nacieron, y han aportado algo más, pero no todo lo que podían.
A alguno de ellos, le enviaré esta columna desde el anonimato, para conocer su opinión, porque seguramente será de las que más me sirvan, para poder formarme un criterio exacto sobre este tema.
Sus opiniones y criterios serán siempre bienvenidos y muy considerados, ya que aunque yo lo vea así, las opiniones recogidas entre algunos amigos muy próximos, me han llenado de dudas.
Vigorhumos ha retratado Suiza donde estudié. Y no hay otro país más democrático que ellos. Opino que los políticos se deberían dedicar a lo que saben, pero deberían dejar estos temas tan delicados a los profesionales. Precisamente con democracia se consigue. Pero para ello hacen falta leyes que les limiten, y ¿quién se deja limitar? Es tercermundista que cada legislatura haya un plan "mejor" que el anterior. Con la educación no se puede hacer política. Creo que el miedo a que a los superdotados se los lleven las grandes empresas, está injustificado. Mejor será que se lo lleven las empresas que a que acaban deprimidos y apuntados en el paro. Estos jóvenes tienen mucho que aportar a la sociedad, pero hay que facilitárselo.