Fútbol: ¿Para qué sirven los contratos de ficha de los jugadores?
En todo momento y durante toda la temporada (e incluso antes de empezar fundamentalmente) se nos presentan casos de jugadores que suscribieron recientemente un contrato con un equipo por varios años más, y en condiciones pactadas por parte de clubes y jugadores, aceptándolas de buen grado las dos partes contratantes, y al poco tiempo, unos partidos brillantes del jugador, una pequeña racha de acierto goleador, incluso la suerte de no ver perforada la portería en varios partidos, son razones más que suficientes para que los representantes de los jugadores inicien una campaña mediática en solicitud de las mejoras del contrato que prácticamente acaban de suscribir.
Es curioso, pero la desfachatez llega en determinados casos a que un jugador que no “ha rascado bola” prácticamente en toda la temporada y tiene un contrato multimillonario, actúe con la misma falta de decoro en función de una calidad que “se le supone” como el valor a los soldados, pero que no ha demostrado para nada desde que llegó a la plantilla del equipo que le contrató.
Por otra parte, todos los equipos, indefectiblemente, tienen jugadores “chicharros” a los que apenas pueden utilizar, ya sea por falta de calidad, por falta de compromiso con el equipo, porque no les gustan a los entrenadores (generalmente son jugadores a los que no han recomendado ellos) e incluso por lesiones, y sin embargo el equipo debe de satisfacerles religiosamente su contrato, sin merma alguna ni retraso, sea cual fuere la razón de su nula aportación al conjunto por el que ficharon.
En el caso práctico que nos ocupa, me voy a referir al Valencia, para que se me entienda mejor.
Cracks contrastados y con aportaciones ciertas e innegables, como Villa y Silva, por el simple hecho de cumplir con su deber, de jugar lo mejor posible, y percibiendo ya unos salarios situados entre los 1,2 y 1,8 millones de euros, por haber realizado una Copa de Europa muy buena con la Selección Nacional, a través de sus representantes, presionan a la directiva del Valencia C.F. para ver mejorados muy sensiblemente sus emolumentos, argumentando que disponen de ofertas mucho más atractivas, sin pararse a pensar que apenas hace unos meses suscribieron un contrato de varios años y se mostraron encantados de hacerlo en las condiciones que lo hicieron.
Joaquín, que vino, con “vitola” de crack, y aún está muy lejos de demostrarnos que lo sea, se pone a la cola de los reclamadores, con una desvergüenza impropia de la situación, a través de su representante, y aún hay aficionados del equipo valenciano que le aplauden al salir al campo en vez de abuchearle hasta aburrirse.
En la parte contraria, mencionaría a jugadores que tienen un salario muy elevado, como es el caso de Edu, y que en tres temporadas apenas habrá jugado algo más de 15 partidos, perseguido por las lesiones, que curiosamente se le presentaron nada más llegar y aún las lleva arrastrando.
Vicente, otro de los jugadores que llegó a ser importantísimo hace unos años, también lleva tres temporadas sin apenas aparecer, y sin embargo, al igual que Edu, cobra religiosamente su contrato, y que yo sepa, sus representantes no han ido a reunirse con los directivos del Valencia para estudiar una reducción de sus ingresos en función de su rendimiento.
Caso similar, pero bastante más lamentable es el de Del Horno, que a las lesiones añadió un desinterés total en recuperarse aparentemente, dejando de hacer una vida de deportista para tratar de vivir algo mejor, y no por ello renuncio a ninguno de los derechos suscritos en el contrato. Se le envió a Bilbao, para ver si se recuperaba como deportista, y veremos si por fin este año nos demuestra lo que esperamos, y aún no se le ha visto en Valencia.
Otras apuestas más económicas, como Hugo Viana, Butelle, Estoyanoff, y alguno más que se me escapa en estos momentos, no tienen nivel para jugar en el Valencia, pero ni quieren salir ni se les puede colocar, por lo que hay que pagarles religiosamente para que entrenen.
Y finalmente fichajes muy caros e importantes de la temporada anterior, como Zigic, Hildebrand, Manuel Fernández, Banega y Maduro, les tenemos como un lastre insoportable en la plantilla, ya que ni han demostrado nada ni se han entregado con la intensidad que debieron de hacerlo, y a alguno de ellos le falta la calidad suficiente para ser componente de esa plantilla, pero sea por “fas o por nefas”, ahí están, sin dar un palo al agua, pero cobrando religiosamente todos los meses.
Ninguno de sus representantes ha ido a ofrecer una reducción de ingresos, en función de sus rendimientos, y a poco que jueguen unos partidos decentemente, incrementarán la cola de los pedigüeños, sin duda alguna.
Creo que ¡YA ESTÁ BIEN!
Los gestores de los equipos de fútbol (con honrosas excepciones como es el caso del Villareal, del Sevilla y quizás alguno más que se me escapa) al no arriesgar su propio patrimonio personal, se dejan arrastrar a esta pendiente vertiginosa que conduce a la ruina, por representantes interesados en mejorar sus propias percepciones en función de los porcentajes que perciben en cada movimiento de traspaso o mejora de contratos de sus representados, y es tal el escándalo que trae consigo todo eso, que me hace sospechar que la rueda de la corrupción económica que se produce en todos esos casos, quizás llegue a los mismos estamentos directivos, ya que de no ser así, se hubiese evitado ese “mercado persa” en el que se convierte cada año el periodo estival, moviendo sillas y sillones para ganar dinero… NO SE SABE BIEN QUIEN.
Bastaría con ponerse de acuerdo los componente de la Liga de Fútbol Profesional, evitando de algún modo toda esa parafernalia y regulando de una manera lógica los movimientos de jugadores.
A bote pronto, bastaría con poner un baremo de valoración del traspaso de cada jugador, en función de un multiplicador de su propio salario, con la obligación de respetar los contratos que se firman un mínimo de años, desde que se firman hasta la primera salida, si se quiere.
Fijar la ficha para el año siguiente, en función del número de partidos disputados cada año, de forma que a menos partidos disputados, menos ficha para la temporada siguiente, reduciéndose la original, y a más partidos jugados a partir de un baremo determinado, incremento de ficha sobre la original.
En estos momentos, los jugadores, cobran… “por no hacer nada”, y en cuento empiezan a hacer algo exigen “primas, hermanas, tías… y mejoras de contratos”, y ese anacronismo es lo que hay que evitar.
Claro que es muy posible que los mismos dirigentes sean los primeros interesados en mantener este “maremágnum” para que en ese “río revuelto” puedan campar a sus anchas todos los oportunistas, vividores y zascandiles de un deporte, que no merece estar lo desprestigiado que está a nivel organizativo, por culpa de quienes tendrían que velar por estructurarlo debidamente.
Y conste que he puesto el ejemplo del Valencia, por ser socio del equipo y conocer bien a su plantilla, y en el sentido contrario, del Villarreal C.F. por las misma razones.
La Liga es la vida, Mahou Cinco Estrellas